Cada vez hay más personas obesas, un problema de salud pública de primer orden. La prevalencia se ha triplicado en los últimos 40 años y se espera que aumente más. Los malos hábitos de alimentación y la vida sedentaria está detrás de esta verdadera plaga, pero quizá el hecho de fijarnos sólo en el peso puede estar quitando el foco de la importancia de la actividad física, que puede ser incluso más importante que la cifra.

En una revisión de estudios publicado en la revista iScience, se concluye que cuando se trata de estar saludable y reducir el riesgo de mortalidad, el aumento de la actividad física y la mejora del estado físico parecen tener más importancia que la pérdida de peso.

“Nos gustaría que la gente supiera se puede estar en forma y tener un exceso de grasa en el organismo”, asegura uno de los autores, Glenn Gaesser de la Facultad de Soluciones de Salud de la Universidad Estatal de Arizona. Los expertos que han investigado los diferentes trabajos creen que, a pesar del problema de la obesidad, no todos los programas de ejercicio deberían tener como único objetivo la pérdida de obesidad, porque a algunas personas les puede costar bajar de peso pero aún así pueden estar en forma. “No estamos en contra de la pérdida de peso, ni mucho menos, simplemente pensamos que no debería ser el criterio principal para juzgar el éxito de un programa de intervención en el estilo de vida”, afirman.

Báscula

“Esto es especialmente importante cuando se consideran las realidades fisiológicas de la obesidad”, dice otro de los autores, Siddhartha Angadi de la Escuela de Educación y Desarrollo Humano de la Universidad de Virginia. “El peso corporal es un rasgo altamente heredable y la pérdida de peso se asocia con alteraciones metabólicas sustanciales que, en última instancia, frustran el mantenimiento de la pérdida de peso”.

La obesidad está asociada con una serie de condiciones de salud, que incluyen enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y problemas con los huesos y las articulaciones. Pero el ciclo de peso, comúnmente llamado dieta yoyó, también está asociado con problemas de salud, incluida la pérdida de masa muscular, la enfermedad del hígado graso y la diabetes.

Las pautas de salud pública actuales recomiendan que los adultos realicen 150-300 minutos por semana de actividad física de intensidad moderada (la intensidad equivalente a caminar a un ritmo de casual a rápido) o 75-150 minutos por semana de actividad física de intensidad vigorosa (la intensidad equivalente a trotar o correr).

“Pero es importante tener en cuenta que los beneficios del ejercicio dependen de la dosis, y los mayores beneficios provienen de hacer al menos alguna actividad de intensidad moderada”, dice Gaesser. “También es importante enfatizar que la actividad física se puede acumular a lo largo del día. Por ejemplo, varias caminatas cortas durante el día (incluso tan cortas como de dos a diez minutos cada una) son tan beneficiosas como una caminata larga para los beneficios para la salud”.

En la revisión, los autores citan investigaciones recientes centradas en la magnitud de la reducción del riesgo de mortalidad asociado con la pérdida de peso en comparación con el asociado con un aumento en la actividad física o la aptitud cardiorrespiratoria. La reducción del riesgo asociada con el aumento de la condición física y la actividad física fue consistentemente mayor que la asociada con la pérdida de peso intencional.