Hace dos días, diferentes empresas del sector del vapeo informaron del descenso de las ventas del cigarrillo electrónico. El hecho está fundamentalmente derivado de la crisis de imagen surgida tras la muerte de casi una veintena de personas en Estados Unidos por fumar con dispositivos ilegales una sustancia que contenían THC. Por este motivo y por el repunte del cigarrillo tradicional, en España han cerrado 40 tiendas.

Pese a esta circunstancia, es innegable que en los últimos años el uso del cigarrillo electrónico se ha ido extendiendo entre diferentes capas de la población debido a diferentes motivos, pero principalmente porque se percibe como menos dañino que el tradicional.

Chico vapeo

Los cigarrillos electrónicos funcionan con baterías que usan calor para calentar un cóctel de nicotina y diferentes sabores que, en forma de aerosol, vapea el usuario. Lo cierto es que el vapor contiene cantidades variables de productos químicos tóxicos que tienen vínculos con enfermedades cardíacas y respiratorias, así como con el cáncer. En Estados Unidos, por ejemplo, los expertos consideran que el vapeo es una epidemia entre los adolescentes. Allí, el número de estudiantes de secundaria que recurrieron a este sistema se duplicó en 2018.  

Ahora, un estudio publicado en JAMA Network ha encontrado un vínculo significativo entre el vapeo y la depresión. Los resultados de un estudio anterior –que mostraban que el 9,1% de las personas con depresión eran usuarios de cigarrillos electrónicos, en comparación con el 4,5% entre la población general– animaron a diferentes expertos de la Universidad John Hopkins en Baltimore a profundizar al respecto.

La investigación

 

De esta forma, analizaron los casos de casi 900.000 mayores de 18 años y encontraron que el 34% de los usuarios actuales de cigarrillos electrónicos habían padecido depresión clínica en comparación con el 15% de los que nunca habían vapeado.

Además, el 27% de los antiguos usuarios tenía más probabilidades de sufrir esta misma patología, en comparación con el 15% en aquellos que nunca los habían usado.

Los estudiantes universitarios de entre 18 y 25 años mostraron el vínculo más significativo entre el uso de cigarrillos electrónicos y la depresión. Los científicos se centraron en este grupo en particular porque, por lo general, los jóvenes tienen más probabilidades de experimentar con nuevos productos y, de hecho, las compañías tabacaleras suelen apuntar a este grupo demográfico en sus campañas de marketing.

 

Chica vapeo

Según los expertos, estos datos demuestran la susceptibilidad potencial a la depresión de los usuarios de cigarrillos electrónicos en un momento particularmente vulnerable de sus vidas. En este sentido, aseguran que sería importante que los jóvenes conocieran este hecho antes de comenzar a consumir este tipo de dispositivos, así como los profesionales de salud, para que consideren el vapeo como un factor de riesgos ante los casos de depresión juvenil.