9,5 millones de estudiantes se han visto afectados por el cierre de las aulas en toda España. Pasarán al menos quince días sin poder ir en clase, pero eso no quiere decir que tengan que interrumpir su formación. En opinión de los expertos, la tecnología es una de las herramientas clave para que la imposibilidad de desplazarse a los centros de estudio no afecte a la educación de los alumnos. "La Covid-19 aparece como un reto al cual la enseñanza en línea se tendrá que enfrentar. Es probable que no sea lo único, pero es una solución, y lo que tenemos más a nuestro alcance", señala Albert Sangrà, catedrático de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

En los centros dedicados a la enseñanza en línea con décadas de experiencia, el modelo pedagógico en que se basa el sistema se trabaja con bastante anticipación para poder profundizar en la calidad todo lo que haga falta antes no empiece el curso. No obstante, ante la situación de emergencia que ha creado la crisis del coronavirus, el profesor de la UOC afirma que es factible acelerar el proceso si los que diseñan la alternativa digital se ayudan de expertos y expertas en el área. "En estos primeros momentos, la respuesta de los centros sin experiencia en línea será incompleta. Pero la colaboración con entidades educativas especializadas en la enseñanza a través de las nuevas tecnologías puede solucionar los problemas", afirma el profesor y miembro del grupo de investigación en Educación y TIC Edul@b de la UOC.

En este marco de colaboración, el grupo de investigación Edul@b ha elaborado un documento con las orientaciones necesarias para alcanzar un aprendizaje efectivo, ya que trasladar el aula a casa no es cuestión tan sólo de poner en marcha el ordenador y ver un vídeo del profesor. Estas orientaciones pueden servir de ayuda en la transición de emergencia a la enseñanza en línea:

  1. Selección del sistema y las herramientas de trabajo más adecuadas. Se tienen que dirigir a las edades del alumnado y poder hacerse servir en los dispositivos que ya utilizan habitualmente. Es buena idea facilitar tutoriales porque a todo el mundo, familias incluidas, le sea fácil aplicarlas.
  2. Organización del alumnado. Los profesores y profesoras tienen que ayudar a sus alumnos a autoorganizarse con consejos sobre el espacio de trabajo en casa, imponerse una rutina que los ayude o establecer mecanismos para que identifiquen el comienzo y el final de cada actividad.
  3. Rediseñar el curso. Es aconsejable generar secuencias de trabajo claras que tengan una duración específica y que los estudiantes perciban el acompañamiento docente; por ejemplo, con un vídeo de inicio, una videoconferencia al final y un par de mensajes durante la semana. Los espacios de comunicación permanente (canal en Telegram, foro en el espacio digital, grupo de Gmail...) también son de ayuda, igual que asegurarse de dar siempre respuesta a cada alumno, y hacerlo por su nombre.
  4. Elaborar un conjunto de actividades con recursos didácticos que ayuden a los estudiantes a resolverlas. Utilizar, tanto como sea posible, imágenes, esquemas o mapas para captar la atención de los estudiantes y sorprenderlos. Procurar que las actividades se dividan en subactividades cortas (de entre 10 y 15 minutos) y animarlos a participar.
  5. Asociar un conjunto de recursos a las actividades. Hay recursos abiertos que están disponibles en los diferentes repositorios que las Administraciones y otros organismos ponen a la disposición de docentes y otros usuarios.
  6. Crear dinámicas de interacción activa en el entorno virtual para mantener a los estudiantes conectados y motivados. Para hacerlo se pueden ofrecer herramientas que faciliten el trabajo colaborativo, como las aplicaciones de Google. También es buena idea diseñar algunas situaciones síncronas, las imprescindibles, si son cortas y con objetivos muy claros.
  7. Explicar el modelo de evaluación que se llevará a cabo y los criterios de evaluación. La evaluación continua facilita el seguimiento de los estudiantes y da información valiosa.
  8. Generar presencia social. Para que el alumnado no se sienta solo, hay que hacerle oír que forma parte de una comunidad. Se pueden crear espacios de intercambio de mensajes entre los mismos alumnos e incluso entre las familias.
  9. Desarrollar el espíritu crítico de los estudiantes con respecto a la tecnología. Es importante que se den cuenta de los beneficios del uso de las tecnologías, pero también de los riesgos. Analizar fake news, por ejemplo, los puede ayudar en este sentido.
  10. Aprovechar la ocasión para trabajar colaborativamente con los docentes más próximos. Intercambiar las prácticas docentes en línea, los recursos o crear un espacio compartido todo el mundo tenga acceso en el cual ayudará a hacer que la enseñanza en línea sea más efectiva.

El futuro de l'e-learning

La enseñanza en línea como sistema alternativo o complementaria en el presencial ante situaciones complicadas no es una novedad. Albert Sangrà, también director de la Cátedra UNESCO de Educación y Tecnología para el Cambio Social, recuerda que en el Canadá, la Universidad de la Columbia Británica decidió migrar una serie de asignaturas a la enseñanza en línea para poder resolver los problemas de tráfico de Vancouver en horas punta de entrada a la universidad, situada en un istmo que conecta directamente con la arteria circulatoria mayor de la ciudad. Otro ejemplo es el de la Universidad Johns Hopkins, en los Estados Unidos, gracias a la cual los materiales digitales dieron un salto cualitativo: la universidad resolvió con simulaciones multimedia el problema que sus alumnos no pudieran hacer autopsias formativas por la escasez de cuerpos.

La calidad de la enseñanza en línea anima cada vez a más estudiantes a optar por este sistema. Según las últimas cifras que hace ir el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, el curso 2018-2019 había más de un millón y medio universitarios, de los cuales el 16% (239.669) estudiaban en línea. En cuanto a bachillerato y formación profesional, son una pizca más de 122.000 los alumnos y alumnos que estudian desde su casa. En otros países, las posibilidades que han abierto las nuevas tecnologías han incitado todavía a más estudiantes a decantarse por el aula virtual: en los Estados Unidos, un tercio de los universitarios recibe al menos un curso en línea, según un informe del Departamento de Educación.

En opinión de los expertos, esta tendencia crecerá en los próximos años en parte gracias a la tecnología, que seguirá avanzando en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana, y la enseñanza no es una excepción. "La inteligencia artificial ya aporta muchas ideas a la formación en línea, igual que la realidad virtual, que nos permite simular espacios. Los avances tecnológicos nos seguirán prodigando soluciones que ahora ni siquiera podemos imaginar", advierte a Albert Sangrà.