Los niños y niñas que viven en zonas urbanas con niveles altos de contaminación del aire, ruido y tráfico pueden incrementar el riesgo de obesidad infantil, según un estudio del Institut de Salut Global de Barcelona, centro impulsado por la Fundació La Caixa, y el Institut Universitari d'Investigació en Atenció Primària, financiado por la Fundació La Marató de TV3. Para llegar a estas conclusiones, se han analizado los datos de 2.213 niños de Sabadell en un trabajo de campo que fue desde octubre de 2017 hasta enero de 2019. 4 de cada 10 de ellos presentaban sobrepeso u obesidad.

El equipo científico del ISGlobal ha planteado varias hipótesis que les hacen apuntar en esta dirección. Explican que la contaminación del aire podría "alterar los mecanismos moleculares que originan la obesidad, comportando inflamación o estrés oxidativo, alteración hormonal y adiposidad visceral". Ahora bien, los estudios que se han hecho en este sentido, sobre estas hipótesis, están en ratones. Por otra parte, el ruido podría incidir en la alteración del sueño y aumentar las hormonas relacionadas con el estrés. Estas hormonas se asocian al desarrollo físico en la infancia y podrían implicar un incremento del riesgo de sobrepeso.

En cambio, el estudio no encontró ninguna relación entre el entorno urbano y la práctica física o el sedentarismo. Uno de los investigadores, Jeroen de Bont, reflexiona sobre la falta de asociación entre estos factores e indica que "es difícil saber hasta qué punto la misma obesidad condiciona los comportamientos relacionados con el peso". De hecho, la investigación hecha con la participación de 2.213 niños preguntaba por la actividad física, pero no se detallaba en qué zonas lo practicaban, de manera que no se ha podido descubrir si hay alguna conexión en este sentido.

Factores estudiados

Para evaluar la asociación entre los factores urbanos y la obesidad infantil, los investigadores se fijaron en criterios como la contaminación del aire ambiental, el entorno construido, los espacios verdes, la densidad de establecimientos de alimentación no saludable, tránsito rodado y el ruido de que causaba esta circulación de vehículos, mientras que en el caso de los parámetros de la obesidad tuvieron en cuenta el índice de masa corporal, la circunferencia de la cintura o grasa corporal y comportamientos como el consumo de comida rápida y bebidas azucaradas, la actividad física, el sedentarismo o la duración y calidad del sueño.

A partir de estos factores, se observó que los niveles más altos de contaminación del aire, de mayor ruido y de más tráfico se asociaban con los índices de masa corporales más altos, cosa que permitió apuntar hacia una mayor posibilidad de sufrir sobrepeso y obesidad infantil en estas zonas de las ciudades. Además, uno de los factores que podía corroborar esta hipótesis es que las zonas en las cuales hay una mayor cantidad de establecimientos de alimentación no saludables favorecen una mayor ingesta calórica y, por lo tanto, un incremento del riesgo de obesidad.

Por otra parte, el estatus socioeconómico también podría tener un papel importante. Martine Vrijheid, otra de las investigadoras, señala que "los niños y niñas que viven en entornos más desfavorecidos de una ciudad pueden presentar más sobrepeso, aunque en su entorno los espacios sean más verdes y haya menos contaminación del aire, ruido y menos tráfico que en otros lugares de una localidad".

El ISGlobal ha subrayado que, hasta ahora, había muy pocos estudios sobre la influencia del entorno urbano en el riesgo de obesidad infantil y considera que con la comprensión de los mecanismos que influyen se podrán desarrollar "programas de promoción de la salud a escala comunitaria que mejoren los comportamientos en la ciudad".

 

Imagen principal: Plano general de Barcelona con el Camp Nou en primer plano en un día en niebla por polución. ACN.