Vivimos una situación tan excepcional y novedosa que tardaremos mucho tiempo en sacar conclusiones de las consecuencias que la pandemia está provocando en la salud de las personas a medio y largo plazo. Más allá de los casos graves de la Covid-19, entre los perjuicios más notables se encuentran los psicológicos derivados de la incertidumbre y la extensión en el tiempo de una crisis sanitaria para la que no se vislumbra todavía fin. Hacen falta todavía muchos estudios para medir el impacto, pero los primeros que se están llevando a cabo ya apuntan a un aumento de los niveles de ansiedad y depresión.

Otra de las consecuencias psíquicas de esta pandemia es el estado de agitación permanente en la que se ven sumidas muchas personas. La agitación es una sensación de molestia o inquietud que puede producirse de vez en cuando, algo totalmente normal, pero que puede tener consecuencias importantes cuando se cronifica. Incluso puede ser un signo de una condición médica o de salud mental subyacente. 

Malestar

Las causas comunes de agitación incluyen el estrés, el agotamiento extremo, la ansiedad o los trastornos del estado de ánimo –como depresión o trastorno bipolar– u otras patologías que causan desequilibrios hormonales como el hipotiroidismo, la adición a determinadas sustancias, autismo o los trastornos neurológicos.

Cuando es un estado que no desaparece, lo más aconsejable es acudir al médico. Para valorar el estado y el origen normalmente se realizan preguntas sobre el historial médico y estilo de vida de la persona afectada. En algunos casos, para descartar una causa física se pueden prescribir análisis para valorar desequilibrios hormonales o incluso algunas pruebas cerebrales, como una tomografía computarizada o una resonancia magnética, porque los tumores cerebrales también suelen provocar este estado de agitación.

El tratamiento varía según la causa de la agitación, pero en el caso de que el origen sea una situación de estrés continuado se pueden llevar a cabo una serie de hábitos que ayudan a mejorar este estado. Es el caso de los ejercicios de respiración profunda, la meditación o la práctica de disciplinas como el yoga que han demostrado científicamente que ayudan a la relajación y a alcanzar un cierto grado de calma.

En otras ocasiones, puede ser necesaria la visita a un psicoterapeuta que ayude a  identificar mediante terapia el origen de las situaciones que causan estrés y limitan el contacto con las mismas en la medida de lo posible. Si la causa de la agitación es la ansiedad o un trastorno del estado de ánimo, puede ser recomendable seguir un tratamiento farmacológico, psicoterapia o una combinación de ambos.

Ansiedad

Cuando la situación que produce el estrés y la agitación no se puede evitar, como es el caso de la pandemia, lo más adecuado es tratar de seguir un horario disciplinado en el día a día, descansando lo suficiente, siguiendo una alimentación equilibrada, haciendo ejercicio que ayude a liberar endorfinas, tratar de buscar actividades que puedan ayudar a la relajación y cumplir escrupulosamente las directrices marcadas por las autoridades sanitarias para reducir la exposición al riesgo.