Se calcula que casi una cuarta parte de las mujeres embarazadas están expuestas de alguna manera al humo del tabaco de una manera regular, bien sea en sus hogares, en el trabajo, con un amigo o familiar, lo que, según una nueva investigación, está relacionado con cambios epigenéticos. Es decir, cambios en la forma de los genes, lo que podría aumentar el riesgo de trastornos del desarrollo y cáncer.

Así queda constancia en el estudio DNA Methylation in Babies Born to Nonsmoking Mothers Exposed to Secondhand Smoke during Pregnancy: An Epigenome-Wide Association Study (Metilación del ADN en bebés nacidos de madres no fumadoras expuestas al humo de segunda mano durante el embarazo: un estudio de asociación de todo el epigenoma), publicado en la revista Environmental Health Perspectives por investigadores del Centro de Cáncer Massey de la Universidad Commonwealth de Virginia.

Se trata del primero en relacionar el humo de las fumadoras pasivas durante el embarazo con modificaciones epigenéticas de genes relacionados con enfermedades, lo que respalda la idea de que muchas enfermedades de los adultos tienen sus orígenes en exposiciones ambientales, como estrés, mala nutrición, contaminación o humo de tabaco, durante el desarrollo temprano.

Lo que recomendamos a las madres en general es que ningún nivel de exposición al humo es seguro”, dijo el autor principal del estudio Bernard Fuemmeler, director asociado de ciencia de la población y colíder interino del programa de Control y Prevención del Cáncer en VCU Massey Cancer Center. “Incluso los niveles bajos de humo de la exposición de segunda mano afectan las marcas epigenéticas en las vías relacionadas con la enfermedad. Eso no significa que todas las personas expuestas tendrán un hijo con algún resultado de la enfermedad, pero contribuye a un mayor riesgo”.

Joven embarazadaEl estudio ha descubierto cómo puede afectar el humo del tabaco a las mujeres embarazadas

Fuemmeler y sus colegas analizaron datos de 79 mujeres embarazadas entre 2005 y 2011. Durante el primer trimestre, todas tenían una concentración de cotinina, un subproducto de la nicotina, en la sangre consistente con niveles bajos de humo.

Después de que estas mujeres dieron a luz, los investigadores tomaron muestras de la sangre del cordón umbilical, que es la misma sangre que circula a través del feto en el útero, y realizaron lo que se conoce como un estudio de asociación de todo el epigenoma (EWAS) para buscar correlaciones entre los niveles de cotinina en sangre de las madres durante el embarazo y patrones epigenéticos en los bebés al nacer.

Cuando los niveles de cotinina eran más altos, era más probable que los recién nacidos tuvieran marcas epigenéticas en los genes que controlan el desarrollo de la función cerebral, así como en genes relacionados con la diabetes y el cáncer. Si un gen está fuertemente ligado por muchas marcas, entonces es más difícil de acceder para la maquinaria molecular y es menos probable que se exprese. Por otro lado, si un gen está relativamente libre de obstáculos, entonces podría expresarse en niveles más altos de lo normal. Inclinar la balanza en cualquier dirección podría provocar enfermedades.

Para apuntalar sus resultados, el equipo repitió el análisis en una muestra separada de 115 mujeres y encontró cambios en dos de las mismas regiones epigenéticas relacionadas con la enfermedad: una que regula los genes involucrados en la inflamación y la diabetes y otra que regula las funciones del sistema cardiovascular y nervioso. Estos factores se correlacionan con los niveles de cotinina en las madres. En todos los casos, los análisis controlaron la raza, la etnia, la edad, el número anterior de hijos y la educación materna y los resultados fueron los mismos.