La OMS calcula que el Trastorno por Déficit de Atención afecta a entre un 5 y un 8% de los niños y alrededor de un 5% de los adultos de la población. Se trata de una patología que puede causar importantes inconvenientes en la vida de las personas que la padecen, pues sus síntomas principales son los problemas de concentración y de atención, la desorganización e incapacidad para emprender, desarrollar y finalizar trabajos o tareas, la inconsistencia, la imposibilidad de planificarse de una forma adecuada o los despistes continuos.

Cuando se presenta la hiperactividad de forma más manifiesta también puede presentarse la dificultad para permanecer quieto, movimiento corporal excesivo, una adicción a la actividad constante o al trabajo, una mayor impulsividad, la pérdida de control, la falta de paciencia para realizar cualquier tipo de actividad… Su aparición se deben principalmente a factores genéticos en la mayoría de los casos, aunque también puede deberse a daños durante el periodo de gestación en el desarrollo del cerebro o a lesiones cerebrales durante los primeros meses de vida.

Es una afección crónica y se divide en tres tipos diferentes: el tipo desatento, el tipo hiperactivo-impulsivo y el tipo de combinación. Hay que tener en cuenta que los síntomas pueden cambiar con el tiempo, por lo que el tipo de TDAH que se padece también puede cambiar.

TDAH predominantemente desatento

En estos casos, se experimentan más síntomas de falta de atención, aunque también se puede tener problemas con el control de los impulsos o la hiperactividad. Son personas que se pierden detalles y se distraen fácilmente, se aburren rápidamente, tienen problemas para concentrarse en una sola tarea, dificultad para organizar pensamientos y aprender nueva información, pierden materiales y otros elementos necesarios para completar una tarea, les cuesta escuchar, se mueven lentamente y parece como si estuvieran soñando despiertos, procesan la información de forma más lenta y menos precisa que otros y tiene problemas para seguir instrucciones. Generalmente, se diagnostica este tipo de TDAH a más niños que niñas.

Niña estudiando

TDAH predominantemente hiperactivo-impulsivo

Este tipo de TDAH se caracteriza por síntomas de impulsividad e hiperactividad. Las personas con este tipo pueden mostrar signos de falta de atención, pero no es tan marcado como otro tipo de síntomas de este tipo: incapacidad de estarse quieto y callado, necesidad de tocar y jugar con todos los objetos, aunque no sea apropiado para la tarea en cuestión, problemas para participar en actividades tranquilas e impaciencia. Suelen ser niños muy complicados en el aula.

TDAH combinado

En este caso, se produce una combinación de síntomas de ambas categorías. La mayoría de las personas, con o sin TDAH, experimentan algún grado de comportamiento impulsivo o desatento. Pero es más grave en personas con esta patología. El comportamiento ocurre con más frecuencia e interfiere con su funcionamiento en el hogar, la escuela, el trabajo y en situaciones sociales. La mayoría de los niños tienen el tipo combinado.

Una vez diagnosticado, hay varias opciones de tratamiento disponibles. El objetivo principal del tratamiento es controlar los síntomas del TDAH y promover comportamientos positivos. La terapia conductual puede ayudar a las personas con TDAH a reemplazar comportamientos inapropiados con nuevos comportamientos. Los niños menores de 6 años generalmente comienzan con terapia conductual y sin medicamentos y a partir de los seis años se suele introducir la medicación si existen perjuicios importantes en sus quehaceres diarios.