Generalmente, en función de cómo se expresa una persona, se puede extraer mucha información acerca de la misma. El lenguaje es un modo de comunicación en sí mismo. Y no solo respecto a su procedencia, clase social o nivel cultural, sino también a otro tipo de percepciones que tienen más que ver con lo bien o mal que nos cae, la capacidad de empatizar con ella y otro tipo de aspectos similares.

La cuestión se complica cuando se trata de aprender otro idioma. ¿Cómo se mide la capacidad que tiene otra persona de aprender o de comunicarse en otra lengua que no sea la suya? ¿Qué determina la capacidad de moldear el acento para adaptarse al nuevo idioma y transmitir información como si fuera el suyo?

Pues bien, en lo que respecto al acento que tiene una persona a la hora de aprender un segundo idioma, la investigación lingüística apunta a que está fuertemente determinada por el primer idioma del hablante que aprendieron mientras crecían. Pero, ¿esto es así?

Big data

Un nuevo estudio en el que se ha empleado el Big Data y que ha sido llevado a cabo entre la Universidad de Rochester y las universidades de Alemania y Holanda ha descubierto cuán fuertes pueden ser estos efectos. Los resultados del estudio han sido publicados en la revista Cognition

El equipo analizó datos de más de 50.000 adultos que aprendieron holandés como su segundo o tercer idioma. Estos datos fueron recogidos a través de un examen estatal del gobierno de los Países Bajos, que realizó a migrantes que llegan a Holanda. Entre otros aspectos, el examen calificó la competencia de habla holandesa para cada examinado. Los examinados provenían de más de 60 nacionalidades con idiomas maternos diferentes. 

El equipo descubrió que casi la mitad de los factores que determinaban el dominio de las personas del nuevo idioma y el mantenimiento de su acento anterior tenían que ver con pocas variables: la educación y el género del alumno (las mujeres tenían puntuaciones más altas que los hombres), la edad del alumno cuando llegó a Holanda, el tiempo que pasaron en Holanda antes de hacer el examen, y el primer idioma del alumno.

El efecto del primer idioma del alumno parece estar impulsado casi por completo por cuán similar es el mismo al idioma que está tratando de aprender. El equipo de científicos codificó la similitud lingüística entre el holandés y los 62 primeros idiomas hablados por diferentes estudiantes en la base de datos. De los examinados que crecieron hablando árabe, solo alrededor del 5 por ciento obtuvo una puntuación más alta en el dominio del habla holandesa que el peor 50 por ciento de los examinados que crecieron hablando alemán. 

Idiomas

Estos resultados miden por primera vez de una forma exacta en qué medida concreta el idioma materno condiciona la capacidad de hablar y manejar otro idioma. Los resultados también corroboran una visión importante de la investigación sobre cómo se deben enseñar los idiomas a los adultos. Es decir, dado que el idioma con el que creció el alumno tiene un gran efecto en su aprendizaje, la enseñanza del nuevo idioma que quiere aprender debe tomar en cuenta el nativo, para que esta sea más efectiva.