Las funciones ejecutivas del cerebro son una serie de habilidades cognitivas necesarias para regular la conducta y para desarrollar actividades complejas, como son el razonamiento, la toma de decisiones, la inhibición de la respuesta, la flexibilidad cognitiva, la memoria de trabajo, la planificación o la organización.

Generalmente se asocian con una zona del cerebro llamada lóbulo frontal y gracias a ellas las personas pueden adaptarse a los diferentes contextos, planificar sus metas y orientar su trabajo hacia la consecución de una meta a partir de la integración de las diferentes informaciones disponibles.

Niño leyendoLos niños que sufren de problemas con las funciones ejecutivas, arrastran ese déficit a la edad adulta

Ahora, una nueva teoría pone en cuestión que no se originan sólo en el cerebro, sino que se desarrolla con muchas influencias externas a la mente. Investigadores de la Universidad Estatal de Washington están analizando las funciones ejecutivas, porque están muy vinculadas a las vivencias que experimentan las personas en su vida adulta y la consecución de logros.

“Creemos que las funciones ejecutivas lo que hacen es utilizar señales del entorno para guiar el comportamiento de las personas”, aseguran los investigadores. “Como seres humanos, usamos nuestra experiencia y nuestras normas para decidir cuál es el camino apropiado a seguir, por lo que para fomentar el desarrollo de las funciones ejecutivas, lo que tenemos que hacer es ayudar a los niños a construir esas conexiones entre las señales y los comportamientos apropiados.

Y eso ¿en qué se traduce? Pues según los expertos, en situaciones tan sencillas como, en las clases, incluir determinadas decoraciones en la pared, instrucciones verbales o la forma en que se colocan las mesas. Eliminar las distracciones ambientales también puede ayudar a los niños a controlar su comportamiento, como tener lápices afilados a mano o una silla de escritorio que se tambalea.

Se trata de una teoría novedosa porque, anteriormente, el punto de vista dominante sostenía que las funciones ejecutivas consistían en tres procesos neurocognitivos distintos: memoria de trabajo, control inhibitorio, que es la capacidad de dejar de hacer algo, y flexibilidad cognitiva, que le permite pasar de una actividad a la siguiente.

Profesora alumnosLa nueva teoría sobre las funciones ejecutivas supone un gran cambio respecto a las actuales

“Si solo estos procesos cognitivos son los que conforman las funciones ejecutivas, se podría pensar que con simplemente entrenarlos bastaría”, afirman los expertos. “Pero la experiencia ha demostrado que esto solo no funciona, porque las personas pensamos y nos comportamos en un entorno determinado, por lo que no se puede entrenar la función ejecutiva simplemente haciendo ejercicios sobre la memoria de trabajo”.

La nueva teoría se basa en el trabajo de la científica cognitiva Sabine Doebel, quien pidió una redefinición de las funciones ejecutivas en 2020 como “el desarrollo de habilidades en el uso del control al servicio del comportamiento”. Ahora los científicos amplían esa nueva definición al ayudar a explicar cómo los humanos usan una variedad de factores externos para organizar su comportamiento.