El avance de la pandemia por la COVID-19 está siendo analizado por los científicos desde todos los ángulos posibles. Desde los factores que reducen la velocidad de su propagación hasta la efectividad de medidas el cierre de escuelas y otras intervenciones de salud pública. Uno de los aspectos que más controversia está provocando es el que tiene que ver con el coronavirus, la geografía y las cuestiones meteorológicas.

En un estudio llevado a cabo por expertos de la Universidad de Toronto, se concluye que la propagación del coronavirus no está asociada con la temperatura. En el caso de la gripe o los brotes virales respiratorios más comunes sí que hay asociación con cambios en la meteorología, pues tienden a ocurrir durante los meses más fríos. Parece probable que la reducción del número de casos en los meses más cálidos se deba a temperaturas más altas, mayor humedad o mayor radiación solar, características asociadas con la latitud geográfica, una medida que se puede determinar sin esfuerzo y con precisión.

Paseando mascarillasEn la investigación reciente sobre el coronavirus, los investigadores se centraron en los datos tomados de áreas geopolíticas con brotes documentados de COVID-19 durante 2 semanas separadas.  Clasificaron la primera semana, del 7 al 13 de marzo de 2020, como el período de exposición. Los autores tomaron nota de la latitud, temperatura, humedad, cierre de escuelas, restricciones de reuniones masivas y medidas de distanciamiento físico.  Luego, midieron el aumento en el número de casos de COVID-19 14 días después para permitir el período de incubación. Tomaron sus mediciones para la semana del 21 de marzo al 27 de marzo de 2020. En otras palabras, analizaron las variables relevantes durante la primera semana y midieron cuánto influyeron estas variables en las tasas de COVID-19 2 semanas después. 

Los autores reflejan que el intervalo elegido de 14 días refleja el tiempo supuesto entre la transmisión del coronavirus y la notificación de casos confirmados de COVID-19. Durante su análisis, los científicos controlaron los datos para una amplia gama de variables con el potencial de sesgar los resultados. Las variables incluyeron altitud, producto interior bruto, porcentaje de habitantes de 65 años o más, densidad de población, proximidad a regiones con epidemias establecidas, como Wuhan, China, y esperanza de vida promedio. En total, el análisis utilizó datos de 144 regiones, incluidos 375.609 casos de COVID-19.

Los autores concluyen que el crecimiento epidémico de COVID-19 no estuvo asociado con la latitud geográfica, ni con la temperatura durante el período de exposición 14 días antes, lo cual supuso una sorpresa. Donde si puede haber relación es entre el crecimiento epidémico y la humedad relativa y absoluta. Ambas dimensiones de la humedad pueden desempeñar un papel menor, aunque esto sigue siendo hipotético.

Dormido mascarilla

En definitiva, concluyen que son las intervenciones de salud pública las que se asocian consistentemente con un menor crecimiento epidémico, y cuanto mayor es el número de intervenciones de salud pública concurrentes, mayor es la reducción en el crecimiento.