El ronquido no es un simple ruido molesto. A menudo, es la punta del iceberg de un problema de salud grave y poco diagnosticado: el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS). Esta enfermedad, que se manifiesta como una serie de pausas en la respiración nocturna, va mucho más allá de una simple incomodidad. De hecho, está directamente vinculada a problemas cardiovasculares, neurológicos y, en último lugar, repercute en una menor esperanza de vida.

Durante años, la apnea del sueño se ha confundido con la simple roncopatía, lo que ha restado importancia a sus consecuencias. Sin embargo, hoy se sabe que las apneas nocturnas, pausas en la respiración de más de 10 segundos, fragmentan el sueño y acarrean microdespertares que impiden un descanso reparador. Más de cinco veces por hora en las apneas leves, más de 15 en apnea moderada, más de 30 en situaciones graves.

Todo esto se traduce en somnolencia diurna, fatiga crónica, y un elevado riesgo de accidentes de tráfico y laborales. Pero hay consecuencias que el paciente no nota en un primer momento y que pueden llegar a ser muy graves: falta de oxígeno, que lleva a riesgo de enfermedades cardiacas, como hipertensión, arritmias cardiacas, riesgo de infarto de miocardio, además enfermedades neuromusculares como infartos celulares o ictus.

Las apneas nocturnas fragmentan el sueño y acarrean microdespertares que impiden un descanso reparador

El Dr. Javier Albares, especialista en neurofisiología y director de la Unidad de Medicina del Sueño del Centro Médico Teknon, subraya que “también puede llevar a mayor riesgo de enfermedades metabólicas, resistencia a la insulina y la diabetes, entre otras muchas. Incluso la apnea del sueño se ha asociado, si no es tratada y se mantiene en el tiempo, con mayor riesgo de cancerogénesis, es decir, de desarrollar algún tipo de tumor”, explica el experto.

Para el doctor es esencial un buen diagnóstico: ‘Si te enfocas en un paciente que tiene sueño fraccionado y de mala calidad como un insomnio, y le das un fármaco, pero no descartas que exista apnea del sueño, es probable que no llegues al diagnóstico, sino que lo empeores. Hay fármacos para el sueño que empeoran la apnea del sueño. Por eso, hay que entender que a veces la apnea no se presenta de forma tan típica’, expresa el experto.

Un mal silencioso infradiagnosticado

La apnea del sueño afecta a una gran parte de la población, aunque la mayoría de los casos no están diagnosticados. Las estadísticas indican que hasta el 30% de los hombres y el 15% de las mujeres roncan, y se estima que en torno al 24% de los hombres y un 9% de las mujeres padecen esta enfermedad, aunque solo está diagnosticado del 5 al 9% de la población. 

En España hay aproximadamente dos millones de personas con SAOS sintomático, datos que equivalen a la afectación poblacional de la diabetes tipo I y el doble de la del asma severo. Las cifras se disparan en hombres mayores de 50 y en mujeres posmenopáusicas.

Pero el ronquido no es el único síntoma de esta enfermedad. El Dr. Albares advierte sobre otras señales: ‘La sintomatología de la apnea del sueño es más insidiosa, mucho más enmascarada, y se puede confundir, por ejemplo, con un problema de insomnio’. El cansancio al despertar, la sequedad de boca, los dolores de cabeza matutinos, la irritabilidad y la falta de concentración son otros síntomas de esta apnea.

Diagnóstico y terapias: más allá de la CPAP

El diagnóstico de la apnea del sueño se realiza mediante estudios especializados. La polisomnografía es la prueba de referencia, en la que se registra la respiración, el ritmo cardíaco y la oxigenación durante toda la noche: “Para esta prueba, el paciente duerme en el hospital conectado a unos cables que monitorizan la respiración, la actividad cerebral, la tensión arterial y los movimientos que se producen en distintas partes del cuerpo, como en tórax y las extremidades. 

Si existe apnea del sueño, este registro cuantificará el número de pausas respiratorias que el paciente tiene por hora, determinando si la apnea es leve, moderada o severa’, explica la Dra. Miriam Navarro Cunchillos, jefa de la Unidad de Otorrinolaringología del Hospital Ruber Internacional.

Una vez confirmado el diagnóstico, la elección del tratamiento depende de cada paciente. Las medidas generales consisten en perder peso, dejar de fumar, evitar el alcohol y dormir de lado. Para los casos moderados a severos, el tratamiento más común es la CPAP (Presión Positiva Continua en la Vía Aérea), un dispositivo que mantiene las vías respiratorias abiertas durante la noche.

Cirugía y férulas: soluciones personalizadas

Pero a pesar de su eficacia, la CPAP tiene sus desventajas, son muchos los pacientes que rechazan dormir el resto de su vida enchufado a una máquina. Es aquí donde la cirugía y otras alternativas ganan terreno.

El Dr. Joan Brunso, jefe de servicio de Cirugía Oral y Maxilolofacial del Hospital Quirónsalud Bizkaia explica que los últimos avances como la estimulación del nervio hipogloso son una alternativa novedosa para pacientes que no toleran la CPAP o para quienes otros tratamientos han fracasado. Se trata de una técnica mínimamente invasiva que consiste en implantar un dispositivo que estimula el nervio responsable de controlar la musculatura de la lengua, evitando su colapso durante el sueño y manteniendo la vía aérea abierta’.

Otra de las técnicas quirúrgicas es la cirugía maxilomandibular, un procedimiento que moviliza las estructuras óseas faciales para ampliar la vía respiratoria de manera efectiva. Esta intervención tiene una tasa de éxito superior al 70%.

Asimismo, una de las soluciones que se proponen para pacientes que no toleran la CPAP es el uso de férulas dentales, conocidas como dispositivos de avance mandibular (DAM), que se colocan durante el sueño ‘para adelantar la posición de la mandíbula, la lengua y el paladar blando y mantener abiertas las vías respiratorias’. Estas férulas son una opción eficaz para los pacientes con apnea leve o moderada, y para aquellos que no se deciden por tratamientos quirúrgicos.

En conclusión, si notas que el sueño no te está reparando lo suficiente o que no descansas bien, la opinión de un especialista es clave para detectar si hay algún problema. El tratamiento adecuado pueden marcar la diferencia entre una vida llena de fatiga y la posibilidad de volver a descansar.