Los ftalatos son un grupo de compuestos químicos que se utilizan principalmente al elaborar los plásticos para incrementar su flexibilidad. Se pueden encontrar en los cosméticos, la automoción, la construcción y un sinfín de productos de uso diario. Incluso en geles y champús para darle su consistencia habitual.

Su uso es muy habitual, pero les acompaña la polémica. La creciente investigación sobre los mismos ha demostrado un vínculo entre los ftalatos y los efectos sobre las hormonas en las personas, alterando su funcionamiento e incrementando el riesgo de patologías como la obesidad o el TDAH, por poner algunos ejemplos. Por eso se consideran disruptores endocrinos.

Residuos de plástico

Un ejemplo de esta consecuencias fue demostrada por un grupo de investigadores de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai y la Universidad de Karlstad, Suecia, que desvelaron en un estudio que la exposición durante el primer trimestre del embarazo a estas sustancias químicas –incluidos otros disruptores endocrinos como el Bisfenol A presentes también en muchos productos de consumo– está relacionada con un coeficiente intelectual más bajo en los niños de 7 años.

Los científicos analizaron 26 de estos compuestos en la orina de 718 madres suecas durante el primer trimestre de sus embarazos. Posteriormente, los investigadores hicieron un seguimiento de los niños a los 7 años y descubrieron que aquellas cuyas madres tenían niveles más altos de los productos químicos en su sistema durante el embarazo tenían puntuaciones más bajas de coeficiente intelectual.

Este es el motivo por el que se están investigando otros compuestos que no provoquen alteraciones en el sistema hormonal. Es el caso de un compuesto llamado DINCH, la abreviatura de di (isononil) ciclohexano-1,2- dicarboxilato, un plastificante que se considera atóxico, versátil y no contiene ftalatos, cuyo uso se está extendiendo en la industria.

En colaboración con la Universidad Médica de Carolina del Sur, un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología en Estados Unidos, ha querido comprobar si realmente este compuesto no causa problemas para la salud de las personas. Para ello, han analizado muestras de orina de mujeres embarazadas y encontraron concentraciones de DINCH en la mayoría de las muestras de orina, pero no hubo evidencia de efectos en ensayos de laboratorio sobre dos hormonas en concreto, la progesterona y el estrógeno.

Niña y embarazada

La investigación se ha publicado en la revista Chemosphere. Al parecer, cuando el compuesto DINCH llega al cuerpo humano, se procesa y se descompone en compuestos llamados metabolitos y se excreta en la orina. En un 98% de las 100 mujeres embarazadas que participaron en el estudio se encontró el compuesto. El estudio reveló que los niveles del metabolito eran bajos y 275 veces menores que el metabolito ftalato más común, el ftalato de monoetilo, lo que sugiere que los niveles de exposición humana al DINCH son menores.