Una vez más, la jornada de hoy, la cuarta antes del debate de investidura, ha empezado con una filtración de Ferraz. Fuentes del PSOE han revelado por la mañana que Pablo Iglesias habría reclamado a Pedro Sánchez una vicepresidencia para él y dos ministerios para su partido, el de Hacienda y el de Trabajo y Seguridad Social. A continuación, al mediodía, ha sido el mismo candidato a la investidura quien se ha encargado de hacer público lo que era un secreto a voces: Unidas Podemos puede estar en el Consejo de Ministros en un gobierno que ya llama "de coalición", pero su líder queda vetado. Sólo sería para los socialistas una fuente de conflicto. El ultimátum, sin embargo, no ha surtido aún efecto: después de la consulta a las bases de Podemos, el pulso se mantiene abierto.

Esta es la última oferta que Sánchez deja sobre la mesa: un gobierno de coalición, con ministros de perfil técnico y calificación acreditada de Unidas Podemos. Pero sin Iglesias dentro de la ecuación, que ha descrito como "el principal escollo" de las negociaciones. Más no piensa "ceder", ha advertido; ya lo ha hecho suficientemente. O lo tomas o lo dejas. Y avisa de que el ofrecimiento tiene fecha de caducidad: jueves que viene por la tarde, cuando se producirá la segunda votación en el Congreso de los Diputados. "Cualquier fórmula de entendimiento después de una investidura fallida la semana que viene ya no pasará más por una coalición", ha dicho. Hoy por hoy, no contempla una reválida en septiembre. Empieza la batalla por el relato en caso de repetición electoral el 10 de noviembre.

Pero el principal escollo no es sólo Pablo Iglesias, con quien mantiene una relación de fuerte desconfianza personal, sino que va más allá. El mismo Sánchez se ha encargado de explicitarlo: el Gobierno "tendrá que dirimir y gestionar la crisis de la sentencia del procés". Por eso no quiere a alguien con perfil político dentro del ejecutivo, que pueda hacerlo implosionar con un relato paralelo. Sánchez ha recordado que Iglesias "habla de presos políticos". En cambio, él necesita "un vicepresidente que defienda la democracia española". Y ha reiterado: "Necesito a alguien que diga que no están encarcelados por sus ideas".

¿Qué dice Podemos, a todo esto? Que "no piensa dar un paso atrás", dicen desde el entorno de Pablo Iglesias. Tanto la cúpula como las bases cierran filas con su líder y rechazan cualquier tipo de veto o exclusión. "Es un insulto, una falta de respeto; quieren acabar con él", critican fuentes de la formación. Se escudan tras la consulta a los inscritos, a los que preguntaban si tenían que formar un gobierno de coalición "sin vetos" o dejar al PSOE gobernar en solitario. Sin sorpresa: la primera opción, que avala la estrategia del aparato, ha ganado con el 70% de los votos. Ven una brizna de esperanza en que Sánchez ya hable de "coalición".

Lo que es evidente es que el candidato socialista actualmente sólo cuenta con 124 votos favorables, los 123 del PSOE y el del PRC. Incluso aunque consiguiera los votos a favor de ERC, el PNV, EH Bildu y Compromís, también necesitaría el de Unidas Podemos, porque el no lo sumaría más. Pasan los días, la hora se acera, pero el bloqueo persiste.

La carta del PP y Cs

A pesar de los portazos reiterados --Albert Rivera ya ni se quiere reunir con él--, Pedro Sánchez sigue manteniendo sobre la mesa la carta de la abstención del PP y Ciudadanos. La realidad es que, en la cuestión catalana, se entiende mucho más con Casado y Rivera que con Iglesias. Es por eso que les ha vuelto a reclamar "responsabilidad" sirviéndose del independentismo como escudo: "Hay que recordar que tanto el PP como Ciudadanos siempre han criticado al PSOE su dependencia de fuerzas independentistas. Si ellos se abstienen en la sesión de investidura, el voto de los independentistas queda en cero. No tiene valor".

División independentista?

Este jueves ha sido tarde de reuniones en la cárcel e Lledoners. Este viernes se reúne la ejecutiva de Esquerra Republicana con un solo punto en el orden del día: decidir el sentido de su voto en el debate de investidura. Sus catorce diputados --el de Oriol Junqueras, suspendido por la Mesa, no cuenta-- son decisivos. Y están mucho más cerca de la abstención que otras opciones. No quieren "bloquear". Por su parte, la portavoz de Junts per Catalunya, Laura Borràs, ha reiterado este jueves que en estos momentos se sitúan en el no, pero no acaban de tener una posición uniforme. Dentro del grupo hay enfado porque los socialistas ni siquiera les han convocado para una nueva reunión, a diferencia de ERC. También para las recientes declaraciones de Sánchez sobre una hipotética nueva aplicación del artículo 155. Pero los presos ya se expresaron partidarios de facilitar la investidura en una carta.