Después de 36 años de matrimonio -de conveniencia-, Convergència y Unió consumaron el divorcio en junio de 2015, a raíz de la apuesta independentista de Artur Mas. De los vestigios de Unió nacieron tres nuevos partidos: el uno -Demócratas-, independentista; los otros dos, -Units per Avançar y Lliures-, no. Dos años y medio después de su fundación, a la formación que lidera Ramon Espadaler le toca encarar una decisión que marcará su futuro: seguir aparejado al PSC o firmar una separación amistosa y constituir una nueva familia, la del centroderecha catalanista, con el colectivo de Poblet, la Lliga y Lliures.

Este sábado el partido celebra un Consell Nacional con la certeza, tal como afirman a ElNacional.cat, de que "algún día habrá que construir un espacio de moderación catalanista". Durante el cónclave se debatirá la conveniencia o no de apostar por un cambio estratégico. Los dirigentes expondrán a la militancia las principales conclusiones de los contactos que a lo largo de los últimos meses han mantenido con los distintos actores que aspiran a armar una candidatura que recoja a un electorado que creen que ha quedado huérfano de representación, perdidos en medio del fuego cruzado del procés. No se prevé, sin embargo, que se tome ninguna decisión definitiva, más cuando la fecha de las elecciones es todavía una incógnita.

En noviembre de 2017, pocos días después de la declaración de independencia y la aplicación del 155, Units per Avançar rubricó una alianza estratégica con el PSC gracias a la cual Ramon Espadaler -exconseller d'Interior de Mas- es diputado en el Parlament. A pesar de la distancia ideológica -sirva como ejemplo la oposición de los de Espadaler al matrimonio homosexual- ambos partidos priorizaron el nexo existente en la cuestión nacional: no al referéndum unilateral, pero sin estridencias. Para evitar conflictos, el pacto ya preveía que pudieran votar diferente cuando no estuvieran de acuerdo. Y así lo ha hecho en votaciones como el apoyo a las escuelas concertadas o la eutanasia. La experiencia de la coalición se repitió después en algunos municipios catalanes, el más importante, Barcelona, donde la principal cara visible es el teniente de alcalde de seguridad, Albert Batlle, que gobierna junto a Ada Colau.

Units destaca que la convivencia con los socialistas es buena y describen la experiencia como positiva. Ahora bien, son conscientes de que los de Iceta no son su aliado natural. Aseguran que siempre han actuado, y así lo seguirán haciendo, "con lealtad al PSC". En este sentido, ha habido total transparencia y nunca les han escondido que se encontraban en conversaciones con otras organizaciones políticas con el fin de explorar posibles nuevas alianzas. Es más, el propio Iceta ha hablado públicamente de ello, expresando su comprensión y respeto. De hecho, los socialistas comparten que es positivo que pueda crearse un nuevo espacio moderado con el cual poder llegar a acuerdos postelectorales y construir mayorías alternativas.

Más sintonía con Poblet que con la Lliga

Desde Units per Avançar explican a este diario que se encuentran "más cerca de la gente de Poblet -El País de Demà- que de la Lliga". Es decir, que a raíz de los múltiples contactos que han mantenido con unos y otros, detectan más sintonía con los críticos del PDeCAT -Pascal, Campuzano, Xuclà, Recoder, Villa- que discrepan de Puigdemont y abogan por un "independentismo light". De la Lliga les alejan algunos de sus integrantes, como Josep Ramon Bosch, expresidente de Sociedad Civil Catalana. La apuesta de Units pasa por aunar a "los de la senyera" y a los "moderados de la estelada".

A lo largo de los próximos días, cada uno de los actores implicados acabará de definirse. A principios de marzo, Pascal y compañía decidirán en un congreso si se presentan a las elecciones. Dos semanas después, la Lliga y Lliures se fusionarán en en el Congreso de Unidad Catalanista. Units per Avançar ha sido invitado a las dos citas. A partir de ahí, habrá que ver cómo encajan las piezas y si, como pretende la Lliga, todo este amalgama acaba confluyendo en una sola candidatura que, según sus propios cálculos, podría aspirar a unos 300.000 votos en unas elecciones al Parlament. Eso equivaldría a unos 7-8 escaños.

En cualquier caso, Units juega con una carta ganadora que les otorga fuerza en las negociaciones con el resto de movimientos del centre-derecha catalán. "Somos un partido asentado, con representación institucional, tanto en el Parlament como en el mundo local", recuerdan desde la dirección.