Twitter ha restringido la cuenta de Ralf Streck, el colaborador del digital alemán Telepolis que sigue la situación del independentismo en Catalunya y en el País Vasco. Telepolis toca asuntos referentes a internet y derechos digitales, ciencia, cultura, política y medios. Es parte del grupo Heise Online. Las piezas de Streck son muy críticas con el estado español y la represión del independentismo. Su cuenta de Twitter, donde luce el lazo amarillo, refleja los mismos intereses e inclinación.

Streck es más un activista que un periodista, pero nada en su cuenta de Twitter indica que sea un acosador, que insulte o se comporte como un troll. Twitter nunca da explicaciones sobre su actuación respecto a cuentas individuales.

La restricción al tuitero alemán puede ser inducida por terceros. Desde hace poco más de un año y medio, Twitter aplica una política de restricciones de cuentas que incluye más variantes que la mera suspensión. Ahora no es necesaria la denuncia de los usuarios. Si Twitter supone que una cuenta incumple alguna de sus normas, puede cerrarla temporalmente o limitar algunas de funcionalidades.

Así, el titular castigado puede navegar, pero no tuitear, retuitear o favear. Solo enviar mensajes directos a sus seguidores, los únicos que pueden acceder a la cuenta. En estos casos, la red presenta un mensaje de advertencia a los usuarios (que esconde los contenidos de la cuenta afectada) y les avisa de que puede incluir "contenido potencialmente sensible" o de que "se ha detectado "actividad inusual". Se pregunta al usuario si quiere acceder junto a un botón en que se lee "Sí, visualiza el perfil".

Eso es lo que le ha pasado a Ralf Streck.

Escándalos en red

"Trabajamos para identificar cuentas involucradas en comportamientos abusivos, incluso si no las han denunciado," explicó entonces Ed Lo, vicepresidente de programación de Twitter. "Tomaremos medidas para limitar la funcionalidad de la cuenta afectada durante un tiempo", añadía.

Los últimos dos años se han revelado varios escándalos en torno a las redes sociales, especialmente en Facebook, a las que se recrimina no tener cuidado con los comportamientos abusivos de algunos usuarios o de la intrusión y manipulación de cuentas vía bots o automatismos, como los que permitieron a hackers rusos interferir en la campaña de las elecciones presidenciales de los EE.UU.

El endurecimiento de las medidas para proteger la privacidad y promover comportamientos civilizados en redes, aprobadas este año por la Unión Europea, y las advertencias de gobiernos y parlamentos (singularmente del Congreso de los EE.UU.) han despertado a las plataformas, que han cambiado su actitud de gran tolerancia por otra de control y prevención. Facebook, Snapchat o Twitter han levantado sus niveles de protección.

Enredos con usuarios

El hecho de que Twitter actúe por su cuenta ha sido una novedad total. Esta red ya permitía silenciar y bloquear usuarios o conversaciones, pero siempre era la persona afectada quien debía hacerlo. Si antes preferían pedir perdón que pedir permiso a los afectados, ahora lo hacen con los agresores o asediadores.

La reacción de las plataformas ha sido típica: programar algoritmos que patrullen las redes, detecten comportamientos irregulares y actúen automáticamente. Eso causa todo tipo de enredos, algunos cómicos y otros patéticos.

El año pasado, por ejemplo, Twitter suspendió cuentas cuyos sus titulares habían denunciado amenazas porque esas denuncias violaban la privacidad de los asediadores. En otros casos, los acosadores hacen que una cuenta aparezca con "actividad sospechosa" programando bots que retuitean todo lo que publica el usuario amenazado.

La duración de la suspensión de una cuenta en Twitter depende del tipo de infracción cometida: puede ser de 24 horas, un mes o permanente.