Son prácticamente de la misma generación, nacidos en los años sesenta. Y han tenido trayectorias políticas en los mismos espacios políticos, que empezaron en la Joventut Nacionalista de Catalunya (JNC), las juventudes de Convergència. A partir de aquí, sus caminos se empezaron a desviar. Ella acabó haciendo carrera primero en Lleida, su tierra, y después en Barcelona. Él se fue a Madrid, donde estuvo hasta siete legislaturas como diputado y portavoz. La consolidación de Junts per Catalunya es lo que los separó. Ella dio el salto y él decidió retirarse de la vida política. Hoy Violant Cervera y Carles Campuzano se han reencontrado. Lo han hecho después de la crisis de Govern, para traspasarse la cartera de Derechos Sociales, la única que no acaba de pasar en manos de alguien proveniente de la izquierda. De consellera saliente a conseller entrante, de exconvergente a exconvergente, todo han sido buenas palabras. Muy lejos de los reproches que protagonizan todavía ERC y Junts.

Con vistas en el mar, desde la planta 21 del privilegiado pero apartado Departamento de Derechos Sociales, han protagonizado un traspaso de carteras amigable. Carles Campuzano sólo ha tenido buenas palabras para agradecer, de forma insistente, el "muy buen trabajo hecho" por la consejera saliente y su partido. Se ha comprometido a "culminar" todos los proyectos en marcha, que han quedado pendientes. "El país necesita que no nos detengamos, que este traspaso no le afecte", ha asegurado el flamante conseller. Violant Cervera ha querido hacer tres agradecimientos: a todos los trabajadores de la casa y de las áreas básicas, al sector que llega donde no llega la Generalitat y a su equipo, que se ha "entregado" durante estos 500 días al frente de la conselleria. Se ha mostrado "segura" de que Campuzano "podrá tirar adelante todos estos proyectos".

Probablemente el de Carles Campuzano ha sido uno de los fichajes más sorprendentes del nuevo Govern de Pere Aragonès, que ha querido traspasar las fronteras de ERC y repescar en otros espacios políticos, como el PSC catalanista, la órbita de los comunes o, como en este caso, el ala socialdemócrata y moderada Convergència. Un fichaje que incluso ha sorprendido al nuevo conseller, que en el 2019 había decidido retirarse de la política, desconcertado con el rumbo de su espacio político. Ya se había volcado durante 32 años, de los cuales 23 en el Congreso de los Diputados, donde batalló cuestiones como el fin del servicio militar obligatorio. Estaba muy tranquilo alejado de las disputas partidistas, vinculado al tercer sector y la discapacidad. Hasta que al presidente Aragonès le llamó y no se lo pensó ni dos veces. Un ofrecimiento así, ser conseller de tu país, no llega cada día.

La cartera de Derechos Sociales cambia de titular con la remodelación del Govern, pero no de espacio político. De una exconvergente a un exconvergente. Los dos, que se conocen bien el uno al otro desde hace décadas, han aprovechado las privilegiadas vistas al mar para recordar los viejos tiempos, quién sabe si con cierta nostalgia de la juventud perdida.