La sala de togas del Supremo está en la planta baja del edificio. Es una sala pequeña con unas barras con perchas con togas negras para los letrados que no llevan la suya. También hay una máquina de café y un dispensador de agua. Del tráfico de las togas se encarga un señor que se llama Torcuato.

Los letrados aprovechan algunas de los recesos para hacer un café y comentar la jugada. Hoy las quejas hacen saltar chispas en el café de la sala de togas. Los interrogatorios de los guardias civiles han hecho aún más evidente alguna de las limitaciones que el juez ha impuesto en la sala. La queja más contundente es la imposibilidad de contrastar las declaraciones de los agentes con los vídeos.

Los primeros días de juicio se llegó a proyectar algunas imágenes del 1-O y la violencia policial. La sala se estremeció. No llegó a un minuto pero a Marchena le pareció más largo que Titanic. Y el tribunal cortó de raíz. No habrá más vídeos hasta la fase de pruebas documentales en que se los tragarán todos de golpe. Este martes, sin embargo, en que uno de los guardias civiles llegó a hablar de un "capítulo de terror total" al referirse a las protestas en la calle ante los registros del 20-S, la abogada de Jordi Cuixart, Marina Roig, reclamó de nuevo poder proyectar las imágenes para contrastarlas con lo que afirmaban los agentes, que estuvieron presentes y en algún caso fueron protagonistas. Y de nuevo, Marchena se negó.

Este miércoles, la abogada de Cuixart ha vuelto a la carga. Hoy no ha sido por los vídeos, sino por el hecho de que las defensas desconocen en qué actuaciones han intervenido los agentes que están interrogando lo cual les hace imposible preparar las preguntas. Marchena tampoco ha encajado bien esta protesta que a duras penas ha permitido formular.

Las protestas de los letrados se han convertido en un elemento más de la defensa. Saben que servirán de argumentos cuando tengan que recurrir a Bruselas. El presidente del Tribunal también lo sabe. Ha encajado muy mal los cuatro escritos de queja que han entrado los abogados. No lo disimula. Se lo reprocha a menudo. Las ironías y bromas que el presidente hacia los representantes de las defensas han desaparecido. El ambiente se ha tensado. También cuándo les llama la atención.

En la sala medio vacía había hoy entre el público tres señoras de Madrid. De hecho, una es alemana, aunque su compañera asegura que "es más madrileña que el cocido". Las tres vienen para ver en directo lo que está pasando en el tribunal. Están escandalizadas con el procés. "Se están rompiendo familias", asegura una que tiene el hijo casado con una catalana.

Han venido en un día que ni pintado, el del testimonio de los guardias civiles. Todos se presentan vestidos de calle, mayoritariamente con americana y camisa. Muchos con corbata. La única mujer que ha testificado vestía cazadora de cuero negro. Las respuestas surgen con sorprenden fluidez cuando responden a la fiscalía, pero con el resto de interrogatorios las preguntas se tienen que repetir a menudo para ser entendidas y se multiplican no los  y no recuerdo

Ninguno de los agentes que ha intervenido este miércoles ha repetido nada que se parezca a un "capitulo de terror total" como el que había descrito el día anterior uno de sus compañeros. Los de hoy se habían encargado de seleccionar correos que consideran incriminatorios entre miles de mails. Las defensas han constatado que no se han encontrado pruebas que avalen la acusación de violencia en los correos electrónicos. Han aparecido uno con una intervención de Pep Guardiola, que se consideró digna de destacar "porque era un llamamiento internacional", según los dos agentes que han trabajado en él.

En otro correo, Cuixart invitaba a Joaquim Forn a la Diada. "¿Por qué ha escogido este correo?", ha preguntado la defensa. "Todos los que somos de Catalunya sabemos que es un acto independentista", ha argumentado el agente E98218B, provocando sonrisas entre algunas de las personas del público. Hoy entre los presentes en la sala no había ningún conseller, ni ningún secretario general. Tampoco ayer.