El politólogo y escritor Ignacio Sánchez-Cuenca argumenta en un artículo publicado en la revista digital ctxt que en Catalunya no se ha producido ni un golpe de Estado ni un pronunciamiento violento durante la fase culminante del procés independentista.

Sánchez-Cuenca, que ejerce la docencia en la Universidad Carlos III de Madrid, desmonta con su escrito, titulado "No fue un golpe de Estado ni un pronunciamiento: respuesta a Santos Juliá", las tesis del conocido historiador. Santos Juilá sostuvo lo contrario en un artículo publicado en el diario El País, medio en el que colabora habitualmente, con el título "Doblegar al Estado". 

"El movimiento independentista catalán no ha sido violento ni se ha basado en una amenaza de violencia", afirma Sánchez-Cuenca. A su juicio, "se podrán mencionar casos puntuales de violencia en algunas movilizaciones populares, pero la violencia no ha formado parte de la estrategia política de las autoridades catalanas". Por ello, entiende que "Si no hubo violencia, no pudo haber alzamiento, ni pronunciamiento, ni golpe".

Judicialización del problema

Para Sánchez-Cuenca, "utilizar estas categorías para entender la crisis catalana carece de rigor". "Y, lo que es peor aún, nos condena a resolver el problema a través de la justicia penal, pues nada cabe negociar ni pactar políticamente con quienes participan en un intento de golpe", advierte.

Según el politólogo "la defensa de la tesis del golpe de Estado o pronunciamiento legitima las acusaciones atrabiliarias de la Fiscalía y del Tribunal Supremo sobre la rebelión, que tanta extrañeza provocan entre analistas y periodistas fuera de España".

Nacionalismo español intolerante

Sánchez-Cuenca atribuye a "las lentes de un nacionalismo español intolerante que parecía superado" la afirmación que el proceso catalán ha sido violento, lo que supone situarse "en contra de la realidad". A su parecer, lo que sí se ha producido es "una crisis constitucional profunda producida por un choque de legitimidades".

El profesor cuestiona de esta manera las acusaciones de rebelión a los líderes independentistas catalanes. Así, asegura que no pretende "minusvalorar o disculpar" la actuación de las autoridades catalanas, pero subraya que pese a ser "la desobediencia de una parte del Estado un asunto muy serio", no se trata ni de un golpe de Estado, ni un alzamiento, ni un pronunciamiento (ni una rebelión) "mientras no medie violencia o amenaza de la misma".