La tormenta que se avistaba desde el ventanal central del despacho de audiencias del Parlament ha sido la escenografía idónea para la declaración institucional que ha protagonizado el president Roger Torrent, acompañado de sus predecesores Núria de Gispert, Ernest Benach y Joan Rigol. "Es uno de los momentos más oscuros desde la restauración de este Parlament con el fin del franquismo". Así ha empezado el discurso.

Todos ellos han tenido un recuerdo especial para quien ocupó el mismo cargo, Carme Forcadell, condenada a 11 años y medio de prisión. En palabras de Rigol, "por haber permitido la la libertad de expresión y no haber convertido el Parlament en un órgano censor". El manifiesto que han leído por partes, de manera coral, señala "el espíritu vengativo del Estado" y advierte que con el veredicto del Supremo, "la ruptura emocional con el Estado es muy superior a la que generó la sentencia del Estatut".

Presidente y expresidentes han dibujado un panorama poco esperanzador, afirmando que "la represión ha venido para quedarse" y que "vienen tiempos difíciles". Con todo, han expresado que "no debe haber sitio para el desánimo", porque "si los presos no desfallecen, nosotros tampoco". En este sentido, han remarcado que "toca ejercer los liderazgos sociales y políticos para avanzar en un escenario de solución del conflicto". 

Torrent concluía la comparecencia comprometiéndose a "persistir" y "convertir el dolor en fuerza". Mientras tanto, en el cielo, la metáfora. Tras él empezaban a caer las primeras gotas.