La derecha ha estado más del doble de tiempo en el poder que la izquierda en la Comunidad de Madrid. El PSOE, los primeros doce años desde la aprobación del Estatuto, del 83 hasta el 95. Con un solo presidente: Joaquín Leguina. Desde entonces, ya hace veintiséis años, más de un cuarto del siglo, es coto de la derecha. Es territorio privado del Partido Popular, su propia joya de la Corona. Hasta siete presidentes madrileños han salido de las filas conservadoras, desde Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre, hasta Cristina Cifuentes y ahora Isabel Díaz Ayuso. Otra cosa es cómo hayan acabado los mandatarios de la Puerta del Sol. Han batido el récord en el poder de Jordi Pujol, aunque renovando a los líderes.

Las mayorías han sido las que han sido, en algunos casos absolutísimas. Ahora sin poder gobernar en solitario, pero todavía con la mayoría de encuestas y sondeos a favor suyo. Por eso, en el nuevo contexto electoral, todo parece pasar por Madrid. Todas las energías están volcadas. Empezando por Ayuso y su "comunismo o libertad", que va más allá de las coordenadas regionales. Y continuando por Pedro Sánchez y La Moncloa, que ha puesto toda la carne en el asador para intentar lo que en 26 años ha sido imposible: un cambio de hegemonía política. A esta tarea también se ha entregado Pablo Iglesias, dejando una cómoda silla en el Consejo de Ministros para bajar al barro. El momento es crucial.

Pero más allá del fenómeno Ayuso, ¿cuál ha sido la receta del PP para retener el poder en la capital del Estado de esta manera? Los inquilinos de la Puerta del Sol en este cuarto de siglo han apelado a dos elementos muy efectivos en política: el bolsillo y las emociones. Al bolsillo con una política fiscal de bajada continuada de impuestos. No es lo mismo hacer la declaración de la renta en Madrid que en Catalunya, tanto si eres pobre como, sobre todo, si eres rico. Y a las emociones con un populismo muy madrileño y centralista, de mimetizar la capital con España. Pero todo eso también ha servido para tapar un residuo también propio de la fórmula madrileña, la corrupción.

¿Un paraíso fiscal interno?

Durante esta primera semana de campaña electoral, Isabel Díaz Ayuso ya ha enseñado sus cartas con una promesa: "la mayor bajada de impuestos de la historia". Madrid ha aprovechado el margen autonómico para practicar lo que algunos territorios han denunciado como competencia desleal. Los tipos marginales del IRPF son los más bajos de todo el Estado, pero también presentan una bonificación al 100% del impuesto sobre el patrimonio (es decir, cobra cero euros por este tributo) o un impuesto de sucesiones y donaciones ridículo en términos comparados. Se lo puede permitir, especialmente porque ya se beneficia del efecto capitalidad. Hay quien habla de "dumping fiscal", pero la realidad es que, en términos políticos y electorales, funciona. Sólo hay que ver como, mientras el Gobierno quiere luchar contra la fiscalidad de Madrid, su candidato madrileño Ángel Gabilondo promete no tocar unos impuestos ya muy bajos. Es el mejor reclamo electoral posible.

López Casasnovas: "La política fiscal es aprovechada, insolidaria, ventajosa, sin sentido de estado de la nación en la que creen"

Una política fiscal agresiva que también se traduce en unos servicios públicos más debilitados, si no privatizados. Se ha visto durante la pandemia, con la inversión en sanidad per cápita más baja de toda España. La otra contrapartida, la absorció de recursos del resto del Estado, que ve cómo se marchan grandes fortunas y empresas, que buscan ahorrarse millones de euros. El presidente valenciano Ximo Puig lo llama "una gran aspiradora que absorbe recursos, población, funcionarios estatales y redes de influencia".

Guillem López Casasnovas, catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra, forma parte del comité de expertos del Gobierno que analizará la reforma fiscal que plantea La Moncloa. En conversación con ElNacional.cat, es muy contundente a la hora de describir la política fiscal madrileña de los últimos 26 años: "Aprovechada, insolidaria, ventajosa, sin sentido de estado de la nación en la que creen". Eso hace que Madrid "se posicione desde unos privilegios que el Estado le ha tradicionalmente otorgado, soportándole los gastos y ahora liberándole las manos en materia tributaria; y que hoy explotan los políticos madrileños de turno a beneficio únicamente propio". Y tiene consecuencias para el resto del Estado, según el economista: "A falta de un sentido identificador de autogobierno propio, desde la cultura, la tradición, la estructura de país, la Comunidad se hace fuerte enfrente al resto desde el oportunismo fiscal y un dumping difícil de parar incluso por el centralismo exacerbado que lo ha provocado y que ahora dice que no lo reconoce como suyo".

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Foto: Basilio (WikiMedia)

Populismo castizo

Muchos analistas coinciden en señalar la fórmula de Madrid como una fórmula populista. Un populismo castizo, con sus coordenadas y sus evoluciones, pero populismo al fin y al cabo. Y se circunscribe mucho a la capital española. Sólo funciona allí. Tanto es así que ningún dirigente madrileño del PP ha acabado de presidente del Gobierno. Los pilares de esta fórmula que han explotado primero Esperanza Aguirre y ahora Esperanza Ayuso: un ultraliberalismo (a la madrileña, un capitalismo de BOE y élites) y el hipercentralismo. Todo pasa por Madrid, porque Madrid es el centro del mundo. Es el intento de mimetizarse con España. O, en palabras de la candidata a la reelección, "Madrid es España dentro de España". Durante estos 26 años han sido constantes las referencias a Catalunya, de todo tipo, para polarizar e identificar una especie de enemigo externo.

David Redoli, sociólogo y expresidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), apunta que en el liderazgo de Isabel Díaz Ayuso hay un punto de trumpismo. "No tiene complejos. Le da igual si es una verdad, una media verdad o una mentira. Y salvando las distancias, comparte el mismo estilo de provocar e incendiar", señala en este sentido. Es un populismo "a la madrileña", centralista, que practica un "liberalismo para quien tenga dinero". Sería un producto más madrileño que español, "aunque se aferren a la bandera española porque la madrileña no la conoce nadie". La fórmula, similar a la de Esperanza Aguirre, aunque remasterizada: "La senda de la confrontación y el desparpajo".

David Redoli: "Ayuso no tiene complejos. Le da igual si es una verdad, una media verdad o una mentira"

Ahora el handicap es que el PP ya no dispone de mayorías absolutas como antes, y de hecho ni siquiera ganó las elecciones de hace dos años, que se llevó al socialista Ángel Gabilondo. Por eso, como un laboratorio único en todo el continente, la Comunidad de Madrid ha abierto las puertas de las instituciones a la extrema derecha de par en par, la misma que espolea y justifica las cartas con balas a dirigentes de izquierdas. Y aunque Ayuso no tiene complejos a la hora de hacerlo, David Redoli asegura que lo hace "por necesidad", por una lógica simplemente "instrumental" de poder retener el poder. Al final, remacha, no deja de ser una escisión del PP que intenta absorber.

Un nido de corrupción

Pero no todo es un camino de rosas. La fórmula madrileña también ha estado integrada por una de las peores lacras de la política: la corrupción. Prácticamente todos los inquilinos populares de la Puerta del Sol se han visto salpicados por causas judiciales. Ha habido casos de corrupción soft, como el tamayazo. No se pudo aclarar judicialmente, por el bloqueo del fiscal general Jesús Cardenal, pero informaciones periodísticas han situado el caso de transfuguismo en una presunta trama de corrupción con constructoras. Pero también de corrupción hard, como el caso de la Púnica, todavía bajo investigación y que implica hasta tres expresidentes de la Comunidad. El sumario revela cómo las campañas electorales del PP madrileño se nutrieron de malversación de ayudas públicas y dinero de adjudicaciones amañadas.

De hecho, un presidente madrileño, Ignacio González, ha llegado a pisar la prisión. Está implicado en la Púnica, pero pasó más de 200 días entre rejas por el caso Lezo. Le llegaron a decomisar 5,4 millones de dólares en metálico escondidos en Colombia. Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes también están siendo investigadas por la Púnica. Cifuentes suma, además, el caso por su máster (culpable todo el mundo menos ella). Aguirre ha sumado recientemente el caso del cuadro de Goya, que habría vendido de forma oculta aprovechando su condición. La sombra de la sospecha también plana sobre Isabel Díaz Ayuso, por presuntamente haber colaborado en la Púnica y por el caso Avalmadrid, la empresa semipública que prestó 400.000 euros a MC Infortécnica, empresa de su padre, que diez años después todavía no lo ha devuelto.

¿Por qué esta hegemonía?

Madrid es un caso único a nivel europeo y posiblemente mundial. No sigue las normas de la ciencia política, que dicen que el voto urbanita es más progresista y el voto rural es más conservador. La capital de España se ha encontrado sistemáticamente a la derecha de la media de su estado. Probablemente no pasa en niguna otra capital europea equiparable a Madrid, tampoco en los Estados gobernados por la izquierda.

El sociólogo David Redoli cree que esto se debe a "múltiples causas". En primer lugar, porque es una "ciudad de rentas" a consecuencia del efecto capitalidad. Señala en este sentido que en barrios como Salamanca o municipios como Pozuelo y la Moraleja "no es que arrase, sino lo siguiente", con porcentajes que pueden llegar al 70% para la derecha. No sólo acumulación de rentas medias y altas, sino también su "asistencia altísima a las urnas". Se ha convertido en lo que representó CiU en Catalunya, salvando las distancias.

A diferencia —contrapone el también expresidente de la Asociación de Comunicación Política— de lo que pasa en los barrios y municipios más humildes, donde se concentran la izquierda. "Hasta la llegada de Gabilondo, la izquierda no ha sido capaz de ofrecer alternativas ilusionados", concluye el sociólogo. Basta con un dato: el PP ha tenido suficiente ganando en los barrios y municipios del 30% más rico porque el 70% restante se ha desmovilizado históricamente. Es lo que tratan de revertir ahora Gabilondo, Iglesias y García. Habrá que esperar que empiece el recuento el 4 de mayo a las ocho de noche.