Del 53,8 al 35,2%. Entre un porcentaje y otro, hay cinco años de diferencia. Ambos hacen referencia al tanto por ciento de apoyo a la independencia entre la población joven que tiene entre 18 y 24 años. Los datos que recoge el barómetro del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) —se hacen tres cada año— reflejan que el independentismo ha perdido músculo en el último lustro y, particularmente, las fugas se concentran entre la juventud. Mientras que en abril de 2018 el proyecto de un Estado independiente atraía con diferencia a los más jóvenes (rozando el 54% de personas de entre 18 y 24 años que querían que Catalunya se independizara), en junio de 2023 la población de esta franja de edad se ha convertido en la que menos partidaria es de una Catalunya libre. Estas cifras se complementan con la encuesta sobre generaciones y participación que el CEO publicó el jueves pasado y que también plasman esta 'desconexión' de los jóvenes hacia el proyecto independentista: solo un 23% de la Generación Z (entre 16 y 26 años) querrían un Estado. ¿Por qué, atendiendo estos datos, parece que los jóvenes toman distancia del independentismo cuando hace cinco años eran los más animados en esta vía?

Así se ha desplomado el 'sí' a la independencia entre los más jóvenes

El apoyo a la independencia alcanza su punto álgido en abril de 2018, cuando el 53,85% de los jóvenes de entre 18 y 24 años se expresan partidarios de esta opción. En paralelo, este porcentaje hace situar en mínimos el 'no' a una Catalunya independiente, cayendo casi por debajo del 38%. A partir de aquel momento, la tendencia es a la baja, pero se recupera puntualmente en julio de 2019, la última vez en que el 'sí' consigue superar el 50% entre la juventud. En la segunda oleada del barómetro del CEO del 2020, se llega al mínimo del 'sí' de los últimos años con un 35,3%, porcentaje que se mantendrá por debajo del 40% hasta octubre de 2022. Aquel es el último periodo en que la opción de una Catalunya independiente tiene más adeptos que los que la rehúsan. Este año, el tanto por ciento de los jóvenes independentistas ha vuelto a bajar y ha registrado la cifra más baja de los últimos años: 35,19%.

Conviene destacar que aquellos que tenían entre 18 y 24 años en 2017 ya no son los mismos que representan esta misma franja este año. Las encuestas hechas entonces agrupaban los nacidos entre el 1993 y 1999, mientras que ahora los que se enmarcan en esta franja son los que nacieron entre 1999 y 2005. Aunque el apoyo al independentismo ha bajado en general, lo hace de manera más acusada entre los jóvenes. En la población de 18 a 24 es en la que más se percibe, seguida de la de 25 a 34 años: el 'sí' también se sitúa en cifras inferiores al 40% cuando hace cinco años superaba el 50%. En cambio, en las otras franjas, los valores se han ido moviendo entre el 40 y el 50%.

En conversación con ElNacional.cat, Jordi Muñoz, director del Centre d'Estudis d'Opinió, explica que las variaciones más importantes se concentran entre los jóvenes catalanohablantes —que, de todos modos, son los más proclives a la independencia— y detalla que es a partir de 2019 cuando se empiezan a percibir más estos cambios. Todavía sobre estos datos, el máximo responsable del CEO hace referencia a otras estadísticas que radiografía la encuesta sobre generaciones y participación, como el hecho de que la generación Z es la que se muestra más escorada a la derecha (22%) o que muestra una actitud más distante respecto a los partidos (también un 22% afirma no sentir nada de simpatía por ninguna formación). En este sentido, la derecha en Catalunya se ha vinculado, en los últimos años especialmente, hacia posiciones españolistas.

Una generación que no votó el 1-O y desafección con la política

Una de las hipótesis más compartidas sobre el porqué de este retroceso del independentismo entre los más jóvenes es que se ha producido un salto generacional. Jesús Palomar, profesor de Ciencia Política en la Universitat de Barcelona (UB), destaca que "el independentismo ha desaparecido del primer plano político para esta generación", y que justamente estas tienen "otras preocupaciones" que priorizan, como la vivienda o el paro juvenil. "No existe el caldo de cultivo que había en el 2017 y que hacía que la gente estuviera más posicionada. No es que la reivindicación haya desaparecido o dejado de interesar, es que se ha rebajado", añade. Desde el punto de vista generacional, Palomar señala que "la generación de los que ahora tienen 17, 18 o 19 años no tienen conciencia de los hechos que se produjeron el 1-O, y menos de la previa al referéndum". "Aunque acompañaran a los familiares a las manifestaciones y a votar el 9-N y el 1-O, lo vieron con los ojos de los familiares, no eran los protagonistas y no eran parte de aquel procés", concreta.

El politólogo acompaña el análisis de una "desconexión en general con la política", que no se circunscribe solo a los jóvenes: "No es un hecho aislado entre ellos, le ha pasado al conjunto de la sociedad, y el independentismo de los últimos 10 años está, en cierta manera, escondido, porque no se manifiesta este interés de una manera tan tajante como hace unos años". Jesús Palomar señala que esta desconexión tiene que ver con el "desencanto" relacionado con el acontecimiento de los hechos. De hecho, hace referencia a un cierto "agotamiento de tanta reivindicación", ya que esta decepción no solo tiene que ver con el independentismo, sino con otras causas sociales o económicas atascadas y que explican el poco interés de los jóvenes por la política —5,4 sobre 10, según el CEO— y los partidos: "Posiblemente se preguntan de qué les sirve posicionarse en una vorágine de causas no ganadas, y eso hace que los colectivos se hayan ido descafeinando con el tiempo".

El diagnóstico de los movimientos juveniles independentistas

Una de las preguntas inmediatas que surgen a raíz de estos datos es qué percepción tienen al respecto las organizaciones juveniles independentistas. ElNacional.cat ha podido hablar con representantes de la Joventut Nacionalista de Catalunya (JNC) —las juventudes de Junts per Catalunya—, el Jovent Republicà —las juventudes de Esquerra Republicana— y el Sindicat d'Estudiants dels Països Catalans (SEPC). Los tres admiten preocupación por los datos, coinciden en la "desesperanza" de los últimos años y hacen autocrítica.

Ariadna Urroz, secretaria general de la JNC, explica que, desde la perspectiva de la militancia, ellos no han notado este impacto. Tal como decían Muñoz y Palomar, ella defiende que la comparativa y la evolución del apoyo entre los más jóvenes al independentismo en los últimos años es compleja en el sentido que "los jóvenes que ahora se implican no vivieron tan de cerca el 1 de octubre y la importancia que tiene para las personas que lo hicimos no es la misma para ellos". En paralelo, admite un "desánimo" tras los años del procés y lo señala como una de las causas que puede hacer que los más jóvenes "no estén muy animados para implicarse". La dirigente de la JNC indica como "señal de alarma" el porcentaje de gente que no sabe o no contesta en la pregunta sobre la relación entre Catalunya y España que formula el CEO: entre la generación Z, el porcentaje llega al 28%. Es en este punto donde Ariadna Urroz señala que "en los últimos años, no se ha sabido explicar bien por qué motivos efectivos y tangibles de la población es importante la independencia de Catalunya". "Hemos dado por hecho que lo habíamos explicado tanto entre el 2012 y 2017 que, si lo dejamos de hacer, la gente se pierde", concluye.

Desde el Jovent Republicà, el portavoz Pol Baldomà coincide en la preocupación por el alto volumen de indecisos y asevera: "Si no hablamos aquellos que defendemos una cosa diferente, el hecho natural es inclinarte por ser una comunidad autónoma dentro de España. Si te estás formando una opinión, te quedas como estás si no se habla de alternativas". Baldomà sostiene que es "indudable" el retroceso del apoyo entre los jóvenes a la independencia y, entre las causas, apunta que "cuesta que el nacionalismo más inclusivo encuentre ahora su lugar en un contexto muy identitario y excluyente, en el que hay un menor sentimiento de comunidad que va ligado a unas relaciones más líquidas". En este marco de "desorientación y desafección", el portavoz del Jovent Republicà cree que la cuestión nacional no es igual de prioritaria que "en los momentos en que las expectativas hacían pensar que estábamos cerca de ser un estado". "Hasta el año 2017, el conflicto o disputa iba a más, llega a su punto máximo con el 1-O y toda la opinión pública estaba centrada en la independencia como una disputa democrática con la cual estás de acuerdo o no", puntualiza. A partir de entonces, ve más diluida la prioridad nacional porque "hasta entonces, solo se hablaba de cómo hacer la independencia, y a partir de entonces se tuvo que pasar a hablar de combatir la represión, entre otras cuestiones". Todavía sobre el desánimo, Pol Baldomà lamenta la "criminalización" de la juventud en las movilizaciones posteriores a la sentencia de 2019 y por la pandemia: "Si a nosotros se nos criminaliza por defender cosas que hay otra gente que también defensa, ¿qué incentivos hay para hacerlo?".

Júlia Portet, portavoz nacional del SEPC, argumenta en ElNacional.cat que se parte de un procés que ha acabado creando "descontento y desesperanza": "Los partidos que lideraban en aquel momento el procés, ERC y Junts, han abandonado mayoritariamente su posición independentista y no está en su orden del día, sino que ponen otras cosas por delante". Al mismo tiempo, también atribuye esta bajada del apoyo de la juventud al independentismo al hecho de que "el contrapoder popular tampoco supo articular una respuesta que hiciera avanzar la lucha". Por todo ello, indica que "este sentimiento revolucionario que había no se supo mantener por un lado y, por el otro, los partidos hegemónicos aparcaron la cuestión nacional después del 2019". Portet también considera que en la causa independentista ha impactado la pandemia: "Ha sido más difícil organizarse y movilizarse en este periodo".

Refuerzo de la movilización y la receta coincidente de las organizaciones juveniles

A pesar de los datos que certifican este descenso del 'sí' a la independencia entre los jóvenes, tanto desde la JNC como desde el SEPC explican que se está remontando. En el caso de la Joventut Nacionalista, concretan que, desde abril, la militancia ha crecido un 15%. La secretaria general, Ariadna Urroz, lo atribuye a la "implicación de los jóvenes en la organización tras las elecciones municipales" y "el papel que tiene Junts" en la gobernabilidad en España después del 23-J: "Hacer política en mayúsculas nos ayuda". Para poner remedio a la tendencia negativa, Baldomà, Portet y Urroz coinciden en vincular las cuestiones más sectoriales a la lucha nacional: "Ser independentista para mejorar la vida de las personas", resume el portavoz del Jovent Republicà. Por eso, Baldomà defiende explicarse en este terreno y atraer a los indecisos. Júlia Portet (SEPC) se inclina por "no caer en el marketing político, sino crear esta conciencia de clase nacional con un discurso claro".

En esta respuesta a la manera de revertir la caída del apoyo al independentismo, tanto Ariadna Urroz como Pol Baldomà apuntan al hecho de tener en cuenta que hoy todo se amortiza muy rápido. "Los jóvenes necesitan inmediatez y les puede salir más a cuenta implicarse si ven que el resultado de sus acciones es inmediato. Cuando el horizonte no está claro, puede resultar menos atractivo implicarse, pero por eso tenemos que ser propagadores del entusiasmo y evidenciar que, quizás no llegará ni hoy ni mañana, pero vale la pena que seamos independientes. Al final, nadie se suma a un proyecto donde impera el desánimo", asevera la secretaria general de la JNC.

Por último, el profesor Jesús Palomar opina que "seguramente los partidos no han sabido enganchar a la juventud que no fue protagonista el 1-O". Justamente por este motivo Palomar arguye que "la continuidad del 1-O tiene riesgos, porque se mantiene la llama por los que lo vivieron, pero a los más jóvenes se les explica una cosa que sienten que no va con ellos". "Si la sociedad civil organizada quiere captar a la juventud, quizás tiene que cantar una canción diferente a la del 1-O", concluye.