Cuando este viernes el presidente español, Mariano Rajoy, se ha despertado, su pesadilla catalana continuaba en plena ebullición. No sólo eso. En contra de lo que esperaba, este 22-D los independentistas no sólo mantienen la mayoría absoluta en el Parlament sino que ni siquiera les es necesario el voto a favor de la CUP para parar los pies al resto de la Cámara, mientras que el PP de Xavier Garcia-Albiol, ha quedado el último del hemiciclo y podría acabar compartiendo grupo mixto con los cupaires que, además, les superan de un diputado y por lo tanto tendrían la voz preponderante.

En Bruselas, Carles Puigdemont se lo mira en la distancia sin esconder la satisfacción. Desde su exilio, tiene intención de saborear el momento, no precipitar los acontecimientos y no dar ningún paso en falso. Esta es la primera carpeta que ha abierto el político gerundense tan pronto como el jueves por la noche se confirmaron los resultados: el pulso con el Estado. La aparición pública del president este viernes para hacer la valoración del escenario -más allá del "los españoles tienen un pollo de cojones" que le pilló un micrófono indiscreto-, ha sido para mantener la iniciativa en el cara a cara con el ejecutivo español.

Diálogo

Puigdemont ha ofrecido a Rajoy encontrarse a hablar en Bruselas o donde quiera de la UE, excepto España donde lo persigue una orden de encarcelamiento. Ha expuesto su ofrecimiento en una nueva rueda de prensa multitudinaria que medios de toda Europa retransmitían en directo. Ofrece un diálogo sin condiciones, aunque, a la vista de los resultados del 21-D reclama la retirada del 155, la expatriación de los policías españoles desplegados en Catalunya y la liberación de los presos.

No ha sido una propuesta improvisada, sino muy pensada. Lo soltó tan pronto como empezaba la rueda de prensa. Y, a pesar de todo, Rajoy no ha tenido habilidad suficiente para encajar el envite. Cuando compareció unos minutos más tarde y se le preguntó al respecto, se ha sacudió la oferta asegurando que, en todo caso, con quien tiene que hablar es con quien ha ganado las elecciones, que es la candidata de Ciutadans, Inés Arrimadas.

Investidura

Desde el entorno de Puigdemont no se entiende la falta de habilidad de Rajoy. Y se insiste: la palabra clave es paciencia. No hay prisa. La paciencia también esencial para la segunda de las carpetas que tiene encima de la mesa: la investidura. El nuevo Parlament tiene 20 días hábiles para constituirse, hasta el 23 de enero. Como muy tarde, diez días después, tiene que empezar el debate de investidura. Un plazo largo para calcular bien los movimientos.

Durante toda la campaña, JuntsxCat ha asegurado que no tenía un plan B, que el único objetivo era restaurar a Puigdemont en la presidencia junto con al resto del Govern. No obstante, el Reglamento del Parlament no dice nada sobre la posibilidad de investir a un presidente en el exilio, que no pueda asistir al pleno. Por esta razón, se ha pedido informes a expertos para ver qué salida hay a esta situación en caso de que el ejecutivo español no permita su retorno. Se estudian diferentes fórmulas ante los posibles escenarios que pueden surgir.

No obstante, aunque la investidura a distancia fuera posible, durante los 15 días de carrera electoral tanto Puigdemont como su entorno han insistido que la voluntad es que el president esté en el palau de la Generalitat, y no en Bruselas. Puigdemont, sin embargo, ha evitado revelar cuáles serán sus movimientos en este tema.

Grupo parlamentario

La tercera carpeta del president es la del grupo parlamentario. El cabeza de lista ha citado los próximos días en Bruselas a los diputados electos. Algunos ya fueron la misma noche electoral y al día siguiente. A partir de ahora, un equipo constituido hace tres semanas y en buena parte ajeno al mundo político tendrá que aprender a hacer el trabajo interno del grupo parlamentario. En este caso, junto con la persona de máxima confianza de Puigdemont, su directora de campaña, Elsa Artadi, aparece como figura clave el expresidente de la ANC, Jordi Sànchez.

Aunque todavía se encuentra encarcelado en Soto del Real, la larga trayectoria en el mundo del activismo político y la confianza construida durante los últimos meses con el president hacen aparecer a Sànchez como uno de los puntales del grupo. No se descarta que incluso lo pueda ser para el Govern. Con él, los consellers Jordi Turull y Josep Rull aparecen también como piezas fundamentales.

Igualmente, el trabajo hecho durante la campaña, ha dejado en una posición destacada el exdirector de Rac1, Eduard Pujol, que ha actuado como portavoz de la candidatura. Pero también el exmiembro del Pacte Nacional pel Referèndum y nuevo diputado, Francesc de Dalmases.

PDeCAT

La cuarta carpeta que tendrá que ocupar la atención del president será la del partido. Puigdemont no ha escondido la distancia con el PDeCAT durante la campaña. Más bien al contrario. La coordinadora, Marta Pascal, no ha participado en ninguno de los actos principales de JuntsxCat. Tampoco el presidente del partido, Artur Mas. En cambio la candidatura ha hecho ostentación de todos los fichajes provenientes de otras formaciones políticas, ya fuera PSC, ICV o, incluso ERC, aparte del llamamiento explícito al voto que protagonizaron exdirigentes de Unió.

Aunque Artadi formó parte de la ejecutiva del PDeCAT cuando se constituyó el año pasado, tuvo que renunciar al cargo en la dirección por causa del régimen de incompatibilidades y, poco después, cortó definitivamente los vínculos abandonando la militancia con estas siglas. Todo hace prever, pues, que la relación entre el partido y el grupo no será fácil dado que entre los nuevos diputados no figura ningún miembro destacado de la cúpula demócrata, por voluntad de Puigdemont. Apenas, uno de los últimos fichajes de la cúpula del PDeCAT, Lluís Font, que a principios de diciembre entró como responsable de Estudios y Programas en la última remodelación de la dirección del partido, y que este jueves ha sido escogido diputado.

La distancia es tal, que desde el mismo momento en que se puso en marcha la candidatura se ha empezado a especular con la posibilidad que JuntsxCat se acabe convirtiendo en el embrión de un nuevo partido que pueda superar definitivamente la herencia de la marca convergente.

ERC

La quinta carpeta, también esencial, será la relación con ERC. Después de una campaña muy intensa y extremadamente difícil, Puigdemont tendrá que recuperar un diálogo que, según las dos partes no se ha interrumpido en ningún momento, pero que la campaña puede haber dejado dolorido. La candidatura de JuntsxCat, al igual que ha hecho la de Esquerra no ha renunciado en ningún momento a la reivindicación del Govern en su totalidad. Puigdemont ha insistido en que quiere volver a entrar en el palau de la Generalitat con Oriol Junqueras de vicepresidente y en los mítines de JuntsxCat se ha reservado siempre la silla vacía con el lazo amarillo en protesta por el encarcelamiento del líder republicano. Con todo, las dos candidaturas se han enseñado los dientes en algún momento de la carrera.

Hasta que Junqueras abandone la prisión, será la secretaria general del partido, Marta Rovira, quien liderará la interlocución republicana con Puigdemont. No representa ninguna novedad, dado que Rovira, como portavoz de JxSí ya tuvo un papel protagonista en la coordinación entre el Govern y el grupo parlamentario.

La conclusión es que a Puigdemont se le amontona el trabajo en Bruselas. Tendrá que hacer frente a dos meses intensos y muy trascendentales y asumirlo con un núcleo de confianza muy reducido y un grupo parlamentario en buena parte inexperto. Y sin precipitarse.