El presidente en el exilio, Carles Puigdemont, ha vuelto a defender este martes la celebración de un referéndum de autodeterminación y ha afirmado que "la unidad de España no puede ser un principio religioso, sino un hecho que sea confirmado en las urnas".

Durante un discurso en el Teatro Internacional de Amsterdam y delante de cerca de 700 personas, Puigdemont ha destacado también que es "injusto decir que hay rabia en el corazón de un pueblo que no ha roto un solo cristal en diez años de movilizaciones en la calle". "Lo que hay es frustración", ha sentenciado pidiendo al estado español "dejar de lado la rabia" y reivindicando un referéndum "vinculante y reconocido internacionalmente".

"Vale la pena volver a hacerlo si la otra parte acepta participar y reconocerlo", ha dicho después de que el presidente Quim Torra haya dado un ultimátum a Pedro Sánchez. "Sólo queremos aquello que se ha hecho en repetidas ocasiones en otros lugares", ha concluido.

"La ira es una noción cegadora que sólo conduce al dolor y no resuelve los conflictos personales o políticos, sino que los perpetúa", ha dicho Puigdemont en la inauguración del ciclo 'Sign of Times', una serie de entrevistas organizadas por el centro holandés De Balie y que este año giran en torno al concepto 'ira'.

En este sentido, ha hablado de la "ira" de los jueces y fiscales españoles, que según ha criticado, piden penas de prisión que pueden llegar a los 30 años, un hecho que voz como una "cadena perpetua encubierta". "La ira es lo que se sufre cuando te tiran del pelo con brutalidad y te hacen caer escaleras abajo, en una Europa que se supone que defiende los valores de la democracia", ha dicho también en referencia al uno de octubre del 2017.

Según ha defendido el presidente, ante la "ira" del estado español "la única opción es el diálogo". Para Puigdemont, el conflicto catalán se resuelve permitiendo "que se exprese la libertad del pueblo". En este sentido, ha destacado que a pesar del intento el año pasado de votar sobre el futuro de Catalunya y "a pesar de la ira" de las autoridades, 2,2 millones de personas fueron a las urnas y la mayoría expresó su deseo de convertirse en una República.