Lo que más llama la atención en las portadas de hoy de la prensa del 155 es la disonancia entre los titulares y la fotografía que todos, todos, todos, eligen: Oriol Junqueras y Pedro Sánchez estrechan las manos mirándose sin malicia. Los titulares que acompañan a esta imagen hablan de "esperpento" (ABC), "desafío" (El Mundo), "fuerte división" (El País), "rebelión" (La Razón), "bronca" (El Periódico) y "crispación" (La Vanguardia). No encaja. Es como escuchar Highway To Hell viendo las imágenes mudas de El lago de los cisnes de Txaikovski. O esto.

Desconcierta leer esas expresiones irritadas al lado de una foto del saludo entre los líderes de los partidos ganadores de las elecciones generales en España y en Catalunya, señal más que notable de que hay ganas de hacer las cosas de otra manera para abordar el conflicto que marcará esta legislatura, como pasó en las dos anteriores.

Ciegos o cegados

En la tele se veía bien claro: un Junqueras sonriente busca a Sánchez; los otros presos políticos, con buena cara, saludan a todos los que les vienen a ver y a los que ellos van a encontrar. Hace falta una mirada torcida —o estar ciego o cegado, que no es lo mismo— para ver "esperpento", "desafío" o, peor todavía, "rebelión". Quizás sea cinismo o mala fe —no es posible saberlo. Respecto a la "fuerte división" y la "crispación", describen mejor las coces de los diputados de Vox, los numeritos patrióticos de Albert Rivera y Rafael Hernando, y algunos gritos. Tanta palabra para tan poca cosa. ¿Has visto un question time en la Cámara de los Comunes? ¿Algún diario británico se escandaliza y titula por el jaleo? Pues eso.

Al margen del griterío. De todo lo que pasó ayer en el Congreso, ¿es el barullo oportunista y/o cerril, ese "ambiente de taberna", lo que vale la pena destacar? ¿O más bien es el comportamiento de los presos políticos que, en lugar de montar un show para llamar la atención, prefirieron presentarse con traje y corbata —nada de camisetas reivindicativas—, sonreír y saludar a sus adversarios? Sorprende, sobre todo, que —especialmente la escena Junqueras-Sánchez— no se considere medio paso adelante en vez de una trampa con mala intención, una hipocresía traidora o una provocación insolente. Hay que tener el alma negra.

Bingo

Tal vez los diarios del 155 están inquietos porque todavía no han sabido fabricar un relato alternativo para la anomalía evidente de los parlamentarios encarcelados. Han sido incapaces —de momento— de hacer un "murallas humanas" o de transformarlo en una historia de violencia o de odio. La realidad supera su poca maña para voltear la realidad de los parlamentarios-presos-políticos en una versión que encaje en la fábula del golpe de estado, el imperio de la ley y etcétera. Será difícil tras la sesión de ayer.

Hay, sin embargo, una portada y media que lo miran de otra manera. La media es la de Ara. A pesar de que no escapa del marco interpretativo de conflicto-causado-por-los-presos-políticos, afina más el lenguaje y describe el momento como una "sacudida" al legislativo español. Quien la clava es El Punt Avui haciendo la cosa más simple: escoger el hecho sustancial, el momento decisivo, y titularlo con lo que pasa: Junqueras dice a Sánchez "Tenemos que hablar". Se lo dice en ese mismo momento. Ni más ni menos. Bingo.

EPA

AHORA

LV

EP

EPC

ME

ABC

LR