Tristeza y decepción. Así se muestra hoy la prensa española después de la reunión entre el presidente español, Pedro Sánchez, y su homólogo catalán, Quim Torra, que estuvo marcada más por los gestos que por los resultados, una reunión que no sirvió para acabar con el independentismo ni mucho menos para "aplacar" el que consideran el "mayor reto de la democracia".

Sin soluciones ni perspectivas positivas para que el pueblo catalán y sus dirigentes cambien de rumbo ideológico, los grandes diarios de Madrid muestran inseguridad con el cambio de gobierno en España, puesto que, al menos, con el PP el procés quedaba más dilucidado. 

Ahora, sin embargo, Sánchez deja una puerta abierta al Govern al reconocer que la cuestión independentista es un problema político porque, de este modo y siempre según la opinión de los rotativos españoles, seguirá desafiando al Estado con su proyecto soberanista por dar vía libre a la "negociación con golpistas".

Negociar con golpistas

Bajo el título "Una distensión para la galería", El Mundo se lamenta de que "lo que hicieron ayer Sánchez y Torra fue regalarse una sesión de distensión mutua que no solo no soluciona nada, sino que arroja dudas muy inquietantes para los ciudadanos".

Inquietantes, según ellos, porque "ni Sánchez parece decidido a plantear un proyecto de España sólido y solvente, ni Torra renuncia a la unilateralidad y la desobediencia" y es que, de hecho, el president "no se movió un ápice de las posiciones más radicales del independentismo".

Además, que Sánchez admitiera que el independentismo "es un problema político" dió más alas a Torra y es precisamente por eso que sostienen que "la confesión de Sánchez es tan preocupante". "Supone una cesión flagrante que alimenta el relato soberanista", insisten.

Todo esto dejó claro que "fue una escenificación cosmética que no deja satisfechos ni a los constitucionalistas, que asisten con creciente preocupación a las maniobras de Sánchez; ni tampoco a los separatistas, cuyos CDR se apresuraron a pedir la dimisión del president".

¿El peor? A su parecer, Sánchez, por "traicionar sus propias palabras explorando acuerdos con quien sigue dispuesto a quebrar la legalidad", motivo por el cual le envían un mensaje claro: "Un Estado de derecho no dialoga ni negocia con golpistas" porque, subrayan, "la ciudadanía tiene derecho a saber cuál es el precio de sostener a Sánchez en La Moncloa".

El activista obediente

La Razón comienza su editorial tildando a Torra de "ejemplo canónico del independentismo más radical y dogmático" y de "obediente activista capaz de no ocupar el despacho de presidente de la Generalitat porque cree que le corresponde al huido Puigdemont".

Para los de Francisco Marhuenda "es difícil discernir la mera propaganda de los contenidos concretos" ya que Torra insistió en "autodeterminación, presos políticos, 1-O" y, a su juicio, "no tiene sentido insistir en «hablar de todo» cuando lo que se está poniendo encima de la mesa es la deslegitimación del Estado de Derecho, como Torra hizo al defender la existencia de «presos políticos» y calificarla de «indecencia jurídica»".

Argumentos en mano, instan al Govern de Torra a "aceptar las reglas del juego o persistir en el delito de saltarse las leyes, con las consecuencias ya conocidas". 

Además, abren su portada con la palabra "Desglaç", en catalán, y llenan casi todas sus opiniones con esta cuestión que, en palabras de Toni Bolaño, "ayer no fue el final de nada, sino el principio de todo" porque "los «indepes» seguirán a lo suyo al igual que el Gobierno de España".

Ratafía moral

Salvador Sostre, en ABC, va un paso más allá y suelta en su artículo que "el independentismo político vive entre la ratafía intelectual y la voluntad de engañar a su público" y subraya que la ratafía que regaló Torra a Sánchez "es el mismo folclore que el cuaderno de fotos de las cargas policiales del 1 de octubre que hace unas semanas le regaló al Rey".

Eso, según su punto de vista, hace visible "esa superioridad moral con que siempre el catalanismo se quiere diferenciar de España, una superioridad moral que no existe, y Felipe VI tendría que haber ojeado las fotografías y aprovechar para volver a felicitar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad por su tarea de aquel día".

Mientras, el director adjunto del diario citado, Luis Ventoso, sostiene que "Sánchez nos humilla" porque está convencido de que "la inmensa mayoría de los españoles sentimos ayer una mezcla de desazón, vergüenza ajena y enojo al ver al presidente de nuestro país recibiendo en La Moncloa con gran afabilidad a un mandatario que portaba en su solapa el lazo amarillo".

Ventoso se pone al lado del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, por haber dicho que "la legislatura está agotada" y que "padecemos el Gobierno más débil de la historia, entregado a Torra, Urkullu y Bildu", así como por haber recordado "una abrumadora realidad siempre olvidada: España lleva 40 años cediendo ante el nacionalismo y lo único que se logra dando privilegios al separatismo es agravar la situación, porque el nacionalismo es insaciable".

Recuperar el diálogo

El País, en una línea más suave y optimista, titula su editorial "Un alivio, mucha tarea" y, convencidos de que la reunión fue "positiva" porque sirvió para "recuperar el diálogo", subrayan que "Sánchez y Torra reducen la tensión para afrontar la cuestión catalana". 

Eso sí. Advierten, e insisten, "el derecho a separarse del conjunto no lo contemplan las Constituciones democráticas avanzadas, tampoco la española, y porque los dirigentes presos dependen del poder judicial, no del ejecutivo".

Mientras, El Español  considera que "Sánchez se enreda en el lazo" porque, subrayan, "ha servido para que el líder separatista exhiba una batería de maximalismos e imposibles que sin embargo sólo han cristalizado, por el momento, en la recuperación de la comisión bilateral entre el Estado central y la Generalitat".

Eso sí. Aplauden al presidente español por "no haber cedido ni un milímetro en lo sustancial", pero advierten de que "no es menos cierto que el encuentro ha blanqueado y ha dado carta de normalidad a una situación que no es tal".

Además, añaden que el lazo amarillo de Torra fue "insultante" por ser "un símbolo para millones de ciudadanos con el que denuncia que España prohíbe  libertades y no respeta derechos civiles", cosa que, según su punto de vista, "es una falsedad y Sánchez lo ha consentido en un edificio que es símbolo de nuestra Democracia".​