Nunca llueve a gusto de todos. Si bien la prensa española llevaba días animando al PNV a aprobar los presupuestos de Mariano Rajoy, ahora —por surrealista que parezca— critican a los nacionalistas vascos por convertir al gobierno del PP en su "rehén", así como por confiar en que el levantamiento del artículo 155 de la Constitución española en Catalunya será inminente y convertirse, además, en "insolidarios" con el pueblo catalán.

Tildándolos de "contradictorios", los diarios de Madrid consideran, al mismo tiempo, que el cambio de opinión del PNV era "previsible" y más aún teniendo en cuenta "tantas prebendas como ha conseguido arrancar al Gobierno" español, pero también critican que los presupuestos estén sujetos a los nacionalistas vascos que, avisan, pueden llevar al País Vasco por el mismo camino que los dirigentes soberanistas han llevado a Catalunya.

Y no solo eso. Para sorpresa de muchos, los grandes rotativos españoles aprietan ahora al PNV por no haber cumplido con su palabra de que no apoyarían las cuentas de Montoro si Rajoy no levantaba la aplicación de la norma suprema, mientras algunos, de un lado, cargan contra el ejecutivo estatal por convertirse en una marioneta de los nacionalistas y otros, del otro lado, lo convierten en el campeón de la victoria en la carrera de tirar adelante la ley más importante de la legislatura.

Cínica estrategia

El Mundo, que bautiza su editorial bajo el título "Rehenes de un PNV con dos almas", compara la situación actual con la época de Sabino Arana porque considera que ya entonces los nacionalistas vascos se vieron "zarandeado por la pugna entre moderados posibilitas y radicales antiespañolistas que en las primeras décadas del siglo XX rompió el partido".

Las críticas son constantes en su editorial y no tienen ningún problema a la hora de soltar que "nunca han dudado en poner una vela a Dios y otra al diablo en una estrategia tan cínica como pragmática que, en todo caso, convierte a sus dirigentes en grandes «aprovechateguis»".

Precisamente por eso, cargan fuerte contra el PNV por ser "contradictorios", así como por no haber tenido "problema en desdecirse de sus promesas y en abjurar de sus principios, dejando en papel mojado su amenaza de que nunca apoyarían las cuentas del Estado mientras el artículo 155 siguiera vigente en Catalunya".

Llegados a este punto, se lamentan de que "nos encontramos ante la insufrible anomalía de nuestra democracia por la que los partidos nacionales son rehenes de formaciones nacionalistas a la hora de sacar adelante la principal ley de toda legislatura" y advierten que "con el desafío independentista catalán y con la amenaza en el horizonte de otro pulso similar en Euskadi —en Catalunya también empezó todo, no lo olvidemos, con una reforma del Estatut y un preámbulo inconstitucional similar al propugnado ahora por PNV y Bildu—, se echa más que nunca en falta que el constitucionalismo recupere la iniciativa".

Por todo eso, subrayan que "resulta frustrante que la estabilidad ganada con la aprobación de unos Presupuestos se cobre siempre al precio fijado por los nacionalistas".

Negociación insolidaria

La Razón, de su lado, aplaude que Rajoy tenga "vía libre para la remontada", pero, como el anterior, critican la estrategia de los nacionalistas vascos por haber llevado a cabo "un ejercicio calculado con el que han demostrado su destreza en la negociación".

Precisamente con este argumento bajo el brazo, los de Francisco Marhuenda lamentan que los del PNV "primaron más los beneficios que le reporta a la hacienda vasca que su solidaridad con el irredento nacionalismo catalán, la «cuestión de principios» que tanto esgrimió", al mismo tiempo que aplauden al gobierno del PP por haber tirado adelante sus cuentas "en las condiciones más adversas: con la autonomía catalana intervenida [...] tras la declaración unilateral de independencia del pasado 27 de octubre [...] insistiendo en la ilegalidad".

Rajoy se convierte en héroe para este diario por "no sólo haber demostrado su capacidad de negociación y diálogo con los supuestos aliados del independentismo catalán", sino también porque "en ningún momento ha perdido el sentido institucional de lo que supone los PGE y resituar así el centro de gravedad político: la estabilidad".

Una vez dicho esto, animan al gobierno del PP a "conseguir que Catalunya pueda tener un gobierno por lo menos legal", les instan a establecer una "necesidad de una vertebración territorial sólida y solidaria" y terminan sosteniendo que "la lealtad al orden constitucional y estatutario será el paso necesario".

Precaria estabilidad

Mientras, El País, que titula su editorial como "El precio del pacto", muestra un sabor agridulce por la aprobación de los presupuestos por su "doble incertidumbre". Lo justifican así porque el nombramiento de Quim Torra como president de la Generalitat porque "apunta a un recrudecimiento de las tensiones políticas y sociales vividas en Catalunya el año pasado".

Para evitarlo, emplazan al bloque del 155 a sumar fuerzas porque consideran que "castigar a Rajoy castigando a la vez a todos los españoles no es una buena política" y vuelven a aplaudir que "España haya sido capaz de encontrar la manera de salvaguardar su estabilidad, aun de forma precaria", así como que Urkullu se haya negado a "sacrificar las considerables ganancias para su comunidad autónoma logradas en la negociación en aras de satisfacer la radicalidad de Puigdemont y Torra, empeñados en alentar el victimismo a costa de los intereses de Catalunya".

De hecho, se hace difícil ver por donde van los tiros ya que celebran que el PNV haya apoyado finalmente los presupuestos, pero señalan que lo han hecho a pesar de que, de momento, el 155 continúe vigente en Catalunya.

La CiU vasca

Mientras ABC critica que "el PNV cierra la crisis de los presupuestos y abre la del soberanismo vasco", El Español sostiene en su editorial que los nacionalistas vascos "hacen de CiU para Rajoy" por haber "incumplido su compromiso de no apoyar los Presupuestos Generales del Estado si antes el Gobierno no retiraba el 155".

Precisamente con este argumento, sueltan que esta rectificación supone "que el partido de Urkullu sustituye a CiU en el rol determinante que había venido jugando en la política española hasta su radicalización independentista" porque, recuerdan, "a cambio de sus votos, los nacionalistas vascos han obtenido sustanciosas ventajas económicas".

Según su punto de vista, son los nacionalistas vascos los que ahora están haciendo el papel de "la puta y la Ramoneta" porque, subrayan, "mientras en Madrid respaldaban las Cuentas del Gobierno del PP, en Vitoria acordaban con Bildu dar a los ciudadanos  la "nacionalidad vasca" en el nuevo Estatuto que están redactando".

Además, Pedro J. Ramírez, en esta misma línea, no tiene ningún problema en definir al PNV como "los mismos collares con distintos perros" justamente por hacer de "la puta y la Ramoneta" y haber "dejado tirado al separatismo catalán en las garras del 155".