Encuestas que crean realidades. Eso es lo que ha ocurrido con los resultados del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que auguró ayer un empate entre ERC y Ciutadans en las elecciones del 21-D, y que ha dado alas a los diarios de Madrid para aplaudir, en el primer día de campaña, un cambio de Govern hacia el constitucionalismo que tienen claro que acabará sucediendo.

Entre celebraciones y muestras de esperanza, la prensa de Madrid abre sus brazos al cambio y aprovechan, también, para alabar la decisión del juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, de mantener en la cárcel al vicepresident, Oriol Junqueras; al conseller de Interior, Joaquim Forn; a Jordi Sànchez, y a Jordi Cuixart.

De hecho, se lo han tomado todo tan (visiblemente) en serio que incluso La Razón abre hoy su portada con un título en catalán: "Del procés al canvi" para informar sobre el triunfo de Cs en el CIS. En la misma línea, su editorial, bautizada de un modo similar con "El cambio es posible en Catalunya", se ratifican en que "el proceso independentista ha sido un rotundo fracaso en la consecución de sus objetivos" y lo justifican sosteniendo que la República no fue, finalmente, una realidad.

"Ni se creó el nuevo Estado, ni ninguno de los países de la UE, ni potencia alguna, lo aceptó como uno más en el concierto de las naciones, aunque sí fracturó a la sociedad catalana en dos. Ese ha sido su legado más visible", sostiene el diario de Francisco Marhuenda que, al mismo tiempo, aprovecha para cargar contra los dirigentes soberanistas por "no contar con el apoyo mayoritario de la sociedad catalana".

Ahora bien, si lo que ayer dijo el CIS acaba siendo una realidad, apuntan que "estaríamos hablando de que por primera vez una fuerza que no procede de la tradición catalanista podría conseguir la presidencia de la Generalitat", y definen esta futura situación como "una ironía de la historia" por si, quizá, el cambio "sucediese 40 años después del regreso de Josep Tarradellas".

Por todo ello, y siempre desde su punto de vista, consideran que "lo fundamental es que el bloque de los constitucionalistas gana posiciones, que se confirma la tendencia y que es posible que el independentismo que hasta ahora gobernaba en la Generalitat sea sustituido por partidos que apuesten por un país abierto, tolerante y que trabaje por el bienestar colectivo y no por la destrucción de la convivencia".

Y, lo que es más, aseguran que "si estas elecciones tienen algo de anormal" no es porque haya aún cuatro personalidades encarceladas, sino porque "el independentismo quiere, de nuevo, que sirvan de plebiscito, que no se debata sobre programas y prolongar el proceso, por lo menos como marco mental". Eso sí, tienen bien claro que "no será así" y, por eso, piden una colaboración masiva.

Enterrar el 'procés'

El Mundo da por hecho que la líder de Cs, Inés Arrimadas, "es la más votada" y eso, para ellos, es la "esperanza de enterrar el 'procés'". Así titulan su editorial, donde admiten que el pistoletazo de salida de la campaña "arrancó anoche bajo el signo de una confrontación tan igualada como incierta".

Como La Razón, este diario también opina que el resultado del CIS es un "hecho histórico" y aseguran que, ahora, se está viendo como Arrimadas "aglutina el voto útil del constitucionalismo de centro y de derecha a costa del PP y se perfila como principal herramienta para revertir el proceso independentista".

Justamente por todo lo anterior, aplauden que el CIS refleje "un hartazgo del 'procés'" que, a su vez, "equivaldría en la práctica a su arrumbamiento". Ahora bien, sí reconocen que "quizá no será definitivo", aunque sostienen que "desde luego el proyecto de ruptura quedaría desactivado y obligaría a sus ideólogos como mínimo a un reposicionamiento".

Dicho esto, y como el resto, El Mundo no deja escapar la ocasión para celebrar la decisión de Llarena por su "rigor jurídico que avala la separación de poderes y el funcionamiento del Estado de derecho" que, según apuntan, se vio claro "en un auto de cuidada solidez, impermeable a proyecciones electorales y ceñido únicamente al peso probatorio de los actos enjuiciados".

¿Su conclusión? La tienen clara: "De la movilización de los catalanes partidarios de la convivencia y la legalidad depende ahora la esperanza, sugerida por el CIS, de enterrar por fin esta insoportable pesadilla".

Victimismo soberanista

El País, de su parte, pide que haya una gran movilización ciudadana porque, a su juicio, es "clave para superar el victimismo soberanista" y confían en que "este penoso estado de cosas esté empujando con fuerza la participación".

Según su opinión, el cambio va a llegar porque "parece que un número cada vez mayor de ciudadanos tiene claro quiénes son las víctimas del procés y la urgencia de ponerle fin", mientras "el soberanismo querrá hablar de cárceles, alimentar el victimismo e ignorar los daños de su gestión".

Reconociendo, por otro lado, que la decisión del juez "además de ser respetada y acatada, esta resolución admite la discrepancia"; también sostienen que "carecen de legitimidad para formularla quienes vienen denigrando a los tribunales españoles al negar su independencia", mientras admiten, también, que, aunque haya que "respetar los distintos tempos y autonomía de la política y la judicatura", esto "puede involuntariamente complicar la campaña electoral".

Justicia... ¿justa?

Mientras tanto, ABC no menciona en su editorial nada relacionado con los resultados del CIS y se dedica a alabar de diversas maneras la decisión de Llarena sosteniendo, como El Mundo, que fue "un auto equilibrado y justo". De hecho, no se cortan ni un pelo en afirmar en su portada que "Junqueras seguirá en prisión para que no lidere más actos violentos" y celebran que "al menos la justicia española sí ha respondido, y lo ha hecho sin condicionamientos políticos de opinión pública o de campaña electoral".

A su juicio, mantener a Junqueras, Forn y los Jordis en la cárcel es fruto del resultado de uno de los preceptos del derecho, que es "dar a cada uno lo suyo" y el juez del Supremo lo ha hecho "con un auto sólido y convincente" porque "contrasta la claridad y diligencia de Llarena con la indolencia de su colega belga".

Lamentándose, pues, de que la justicia belga no haya actuado con la española, no tienen ningún problema en soltar que "el auto desmonta el mito de la 'revolución de las sonrisas', porque hubo violencia, intimidación y coacciones".

Y dan toda la razón a Llarena con una frase que puede llegar a recordar a cuando se habla de delincuentes: "El riesgo de violencia no ha desaparecido y los cuatro responsables encarcelados aún mantienen capacidad para organizar nuevos actos de movilización social contra la seguridad y el orden público".

Así pues, unos con más insistencia y otros con menos, todos acaban aplaudiendo tanto los resultados de la encuesta del CIS como la sentencia del Supremo y celebran que, como tienen todos muy claro, el cambio político en Catalunya esté a la vuelta de la esquina.