Las portadas de este martes ignoran otra vez el voto particular (y ya van tres) de dos magistrados del Tribunal Constitucional que consideran desproporcionada, atrabiliaria y opresiva la sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo que condenó a los líderes del 1-O, en este caso a Jordi Cuixart y Jordi Sànchez. Dirás: ¿Otra vez con eso? ¡Qué pesado! Es verdad que la insistencia es grande. Porque el asunto es grave. Los magistrados que firman el voto particular, María Luisa Balaguer y Juan Antonio Xiol, dicen que los actos que la Sala Segunda califica como delitos no son más que el ejercicio de libertades políticas y derechos civiles como los de reunión y expresión. Dicen que entenderlo de otra manera manifiesta una concepción antigua y miserable de los derechos humanos y de las mismas leyes españolas, que pueden leerse "con una interpretación más evolucionada y concordante con la del Tribunal Europeo de Derechos Humanos". La alusión directa al TEDH, que revisará la sentencia, no es gratis: indica al tribunal europeo un camino para tumbar la sentencia del Team Marchena. Insinúan, en fin, que las motivaciones jurídicas del Supremo en la sentencia son débiles y sus motivaciones políticas, más decisivas.

Si los diarios no se hacen eco de este voto particular quizás sea que ya les parece bien la interpretación restrictiva, cerrada y obtusa que la Sala Segunda del TS hace de los derechos y libertades "que nos dimos entre todos". Tampoco descartes, tal como pintan las cosas en los tribunales, que los diarios no osen destacar esos votos particulares, que tienen que ver con nuestras libertades y las de todo el mundo. Hoy son los indepes. ¿Mañana, quién?

Chilling effect

Balaguer y Xiol también razonan que la sentencia del Supremo causa lo que en inglés se denomina chilling effect, que puede traducirse por efecto escalofriante, efecto disuasorio o efecto desánimo. Es la inhibición o autocensura en el ejercicio legítimo de derechos civiles (la libertad de expresión, por ejemplo) por miedo a la condena o sanción de un tribunal, de una autoridad o la amenaza de una demanda. Chilling effect es cualquier acción judicial que haga dudar a la gente de ejercer un derecho legítimo por miedo de repercusiones legales. En fin, es la represión perfecta, la autocensura, la renuncia a lo que es propio y legítimo. Si un voto particular con ese contenido y esas implicaciones nunca llega a las portadas... Ni un solo título principal de ninguna portada de hoy supera la magnitud de este asunto. No hay que ser independentista para darse cuenta. El drama vendrá cuando el tribunal europeo tumbe la sentencia. Si pasa, los lectores no estarán avisados ni preparados y se llevarán un susto morrocotudo, como si les hubiera caído un meteorito al lado.

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