Es admirable la capacidad de algunos diarios de acomodar los hechos a lo que previamente han decidido que debe ser la realidad, la suya, una realidad alternativa. Ciertamente, Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno, no festejó a Netanyahu ni el modo como lleva Israel la guerra contra Hamás. Sánchez, de visita oficial a Israel y a Cisjordania, ha recordado que matar miles de niños en Gaza no es respuesta a los ataques terroristas de Hamás del 7 de octubre. La cifra de palestinos muertos "es insoportable", ha añadido. No hace falta ningún doctorado ni disponer de una sensibilidad especial para estar de acuerdo —de hecho, es lo que piensa un número no pequeño de israelíes. Pues no. El Mundo titula la visita de Sánchez por la reacción del gobierno de Netanyahu (derrotar a Hamás es un beneficio para el mundo), que no responde al cuestionamiento del mandatario español y, leída fríamente, también suscitaría un amplio acuerdo. El ABC, peor, ya da por hecho que Israel, molesto por las declaraciones de Sánchez, no acudirá a la conferencia de paz que España quiere organizar en Barcelona, un acontecimiento que, ahora mismo, solo es un rumor bien documentado.
Por suerte, el tercer integrante del Trío de la Bencina sirve de contraste. Su título: "Sánchez pide un horizonte de paz y seguridad". De acuerdo, la idea no es ninguna novedad ni el texto tiene gracia. Pero es el mínimo correcto que hacen los diarios normales cuando siguen al jefe de gobierno de su país: informar de lo que dice. Así hacen el resto de diarios. La Vanguardia, El País, Ara o El Periódico. Es verdad que también ha abogado por un Estado palestino viable y que recomienda relevar a Hamás en Gaza por la Autoridad Palestina (el gobierno de Cisjordania), dos ideas que, ahora mismo, no hacen nada de gracia en Israel, además que la segunda no es política oficial de la Unión Europea.
Atención al trapicheo de La Razón en su título principal, con el que fabrica un bloque que en su cabeza sería la alternativa conservadora al actual gobierno del PSOE y Sumar y el apoyo parlamentario multicolor. "PP, PNV, Junts y Vox impedirán los excesos del plan económico de Sánchez", dice el título, como queriendo acuñar en la opinión pública una coalición viable para gobernar España. Si estos cuatro están de acuerdo en las cuestiones económicas de fondo, deben pensar en el diario del Grupo Planeta, ¿por qué no ponen el resto de asuntos en el congelador una temporada y tumban al gobierno socialcomunista, terrorista y separatista? El título es una falacia, porque impedir nada no depende del PP ni de Vox y sí, si así lo quieren, de los otros dos partidos.
El Periódico sigue por quinto día consecutivo con la matraca de las obras del Camp Nou. Para hacértela corta, se deja caer la acusación "de irregularidades laborales" contra empresas subcontratadas por el nuevo estadio con "indicios de presuntos fraudes" basados en cinco nóminas (en las obras trabajan 400 personas) y las quejas de dos trabajadores. El resto es aire caliente a base de documentación periférica al caso (como en el sector de la construcción hay mucha empresa pirata, etcétera), el uso extensivo de verbos en condicional y de declaraciones lacrimógenas. Y una manera de explicarlo, digamos peculiar. Por ejemplo, el miércoles, Treball envió a ocho funcionarios a inspeccionar las obras. Pasaron allí dos horas y aún es hora de que digan algo. El título de la portada del jueves decía "Trabajo despliega un grupo de agentes..." y seguía. ¿Despliega? ¿Grupo? ¿Agentes? Ni que fuera una emergencia terrorista. Este viernes el tema ya no es el Barça, sino la reforma laboral de Yolanda Díaz. Prueba informal de que aquí hay más ruido que nueces es que el deportivo Marca, siempre al acecho de material que perjudique al Barça, no se ha hecho eco de la cosa —dos noticias breves en cuatro días. En fin. Quizá más adelante salga alguna cosa de sustancia. En cuestiones de obra pública y de grandes obras en general, El Periódico tiene donde aconsejarse bien.
