Se hace cada día más complicado no mandar a freír espárragos a todo y a todos a propósito del despropósito sobre las elecciones al Parlament tal como aparece en las portadas de los diarios, con el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya dirigiendo el espectáculo en la onda de ahora lo ves, ahora no lo ves. Sólo faltaba la inhabilitación del conseller Bernat Solé, el encargado de organizar las elecciones, y que el CIS metiera la cuchara con una encuesta, hecha en las dos primeras semanas de enero, donde dice que gana el PSC, que saltaría de 17 hasta 35 diputados. La presentación de los resultados es muy torpe (a Junts le da un horquilla de entre 20 y 27 diputados, por ejemplo) y los diarios no le han hecho mucho caso, pero los partidos se asustan fácilmente, y quizás eso es lo que pretende el encuestador.

El PaísAra hacen un buen resumen en sus títulos principales de portada. La combinación de uno y otro tal vez sería el mejor sumario: El TSJC prolonga la incertidumbre y deja a Catalunya sin saber qué día vota. Indican el responsable y las consecuencias: el tribunal decidirá en medio de la campaña, cosa que hace pensar si lo que tiene es ganas de influir en el resultado. El Punt Avui dice que sí, que el TSJC está en campaña —como decía el titular del editorial de ayer de esta santa casa. El Periódico acusa al Govern de "mantener el pulso", se entiende que al TSJC, como si fuera algo malo. La Vanguardia, siempre medio paso detrás en situaciones comprometidas que nunca se sabe como pueden acabar, se limita a navegar y para que no le quede frío el título utiliza ese "aboca", un verbo un poco más intenso que parece que carga de acción lo que se dice.

Los diarios no se deciden a ver en todo un patrón de conducta relacionado con una difícil inteligencia de la separación de poderes. Porque el de estos días con las elecciones es sólo uno más de los capítulos del culebrón que es la política catalana desde octubre de 2017, con muchos tribunales y otros organismos del Estado (Tribunal de Cuentas, Junta Electoral, etcétera) y las puntuales intervenciones de los cuerpos de seguridad. Todos ellos están detrás de la función. Hacen y deshacen como les apetece y en el tiempo que les conviene. Eso genera una inercia y un hábito: lo que se hace contra los indepes y el independentismo lo tiene todo pagado, incluido desvirtuar las mismas elecciones. En las portadas de los diarios no se nota gran cosa.

El resto de diarios de Madrid no hace ni caso, salvo La Razón, quizás porque los propietarios y el director son nacidos en Catalunya. Llama la atención el título que abre El Mundo, que sube un peldaño más en la fabricación y promoción de cualquier historia que favorezca la idea de cargarse las autonomías tal como las conocemos, del brazo con Vox, que lo lleva en su programa.

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