El Punt Avui es el único diario que recuerda en portada que, este mismo sábado, se cumplen 50 años de la ejecución por garrote vil del militante libertario Salvador Puig Antich. Tenía 26 años. David Fernández, el exdiputado por la CUP, en una columna en Ara, hace las sumas y restas de este crimen de Estado y el resultado queda como una línea de soldadura incandescente sobre la plancha de hierro del olvido y la negligencia. “Lo que sí aterra de veras —escribe Fernández— es que, cinco décadas después, una democracia que se vanagloria de serlo no sea capaz de revisar el caso, anular la pena de muerte y reparar y rehabilitar como es debido a todos los represaliados de la dictadura. Sin eso, lo que se estiba en los hombros ya no es la memoria reparada, sino una impunidad jamás vencida”. El Punt Avui dedica las cuatro pàginas que, desde hace pocas semanas, publica cada día, pase lo que pase, para tratar un tema in extenso. Esa apuesta para ir a fondo le hace parecer muchos días como un reloj atrasado. Este sábado, no. Este sábado, el diario es un martillazo. Como explica Lluís Llach en una entrevista que publica esta santa casa, “la gente que en aquel momento podía negociar con el Estado —PSUC, PSC, etcétera— volvió la cara. Y aquel chico [Puig Antich] murió en una gran soledad. Esta es la verdad”. Cincuenta años después, a Salvador Puig Antich aun la acompaña la soledad de las portadas. Esta es la verdad, sí.

La fotografía del funeral de Alekséi Navalny celebrado el viernes en Moscú aparece, grande o pequeña, en todas las primeras páginas. Se repite el mismo título: miles de rusos desafían a Putin, etcétera, etcétera. No se han matado mucho pese a que se publica en el escaparate más noble del diario —en algunas portadas es la foto que manda. Es un ritual perturbador de los diarios, el de recordar a los héroes, a los luchadores y a los valientes —y a sus causas— cuando ya están muertos. Navalny, el líder de la oposición a Vladímir Putin, murió en circunstancias no aclaradas en la prisión rusa IK3, en el Ártico, el pasado 16 de febrero de 2024. Había sido detenido al volver a Rusia en 2021 tras un año en Alemania, adonde tuvo que marchar para recuperarse de un envenenamiento con Novichok. The New York Times publicaba este jueves el testimonio de cinco exconvictos de la prisión de Navalniy Las condiciones eran “infernales”. “El frío brutal, la comida repugnante y las palizas no son lo peor. Lo peor es estar dentro de un sistema destinado a quebrar el espíritu humano”, explicaba el diario. Este sábado, los diarios se apresuran. Es complicado. Quizás no hay portada para tantas miserias o quizás solo hay portada para las miserias aprobadas por los maestros de títeres.

En esta misma línea, solo El País da importancia a que la Comisión de Venecia avale el espíritu de la ley de amnistía que negocian PSOE y Junts. Esta noticia abre la portada del diario madrileño. Ara y El Punt Avui también lo publican en primera, en un cuadrito. El resto, mutis. Tiene gracia ¿Qué habría pasado si la Comisión se hubiera pronunciado en sentido contrario? Este dictamen le ha salido por la culata al Partido Popular, que valiéndose de su mayoría en el Senado, había pedido a aquel órgano del Consejo de Europa que analizara la norma española. Pues la ha analizado. “La reconciliación social y política son objetivos legítimos de las amnistías”, dice el borrador del dictamen. La tarea principal de la Comisión es asistir a las democracias europeas en asuntos constitucionales para mejorar el funcionamiento de sus instituciones y la protección de los derechos humanos. Para no hacer quedar mal a la cámara alta española, el dictamen critica que la amnistía se tramite de urgencia. Un golpecito en la espalda del Senado y del PP que un español castizo resumiría así: ajo y agua.

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