Los lunes son complicados para todos, también para los diarios impresos. Primero, porque los domingos no hay mucha actividad política, económica... Actividad, vaya. También porque han usado las buenas piezas el domingo, día de más venta y más páginas. Finalmente, porque los fines de semana no hay tantos periodistas en la redacción y, claro, la producción es menor. Así pues, los lunes aparecen en portada asuntos más interpretativos, más creativos, más improvisados, sea dicho sin afán de ofender sino en el sentido que el jazz da a esos conceptos.

En consecuencia, hoy abren portada títulos más de fantasía, como el de El País sobre una Ofensiva del gobierno [español] para reforzar la agenda social ante el PP; o se reaprovechan materias de días anteriores, como El Periódico con la investigación sobre el dinero del rey emérito, o El Mundo con las disputas iniciales entre Pablo Casado e Isabel Ayuso por el mando del PP, o La Razón con el juicio a unos administradores de Podemos. Incluso se publican piezas sin ninguna importancia, como la queja de ABC sobre nosequé nueva infracción, indignidad o travesura del gobierno central.

Ante semejante panorama, podrías caer en la tentación de escarnecer a los diarios. Mal. Sacar adelante esos temas con dignidad pide una maña que no está al alcance de cualquiera. Un poco más de respeto.

Ciertamente, algunos diarios optan por hacer la portada con noticias del día. La mala suerte de los domingos es que la mayoría provienen de la sección internacional. En los diarios y revistas de los Estados Unidos, cuando no había más remedio que titular la portada con internacional, se hablaba de kiss of death, el beso de la muerte, porque esos asuntos atraen a poca gente. Pero bueno, es una decisión, digamos, honesta con la realidad del día. Es lo que hacen La Vanguardia y El Punt Avui, que escogen el Brexit,Ara, que opta por el confinamiento duro decretado en Alemania.

¿Qué cosas tiene gracia comentar de las portadas de hoy? Alguna que no se dice, dos dichas en voz baja y una tercera que traerá cola. Esta última es el inicio oficial de las hostilidades —aún muy florentinas— entre el presidente del PP, Pablo Casado, y la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para mandar en el partido. Según El Mundo, Casado quiere enfriar el entusiasmo que suscita la lideresa y aplazar a 2022 el congreso del PP de Madrid que escogerá al presidente del partido en la capital de España, que ahora, provisionalmente, es Pío García Escudero, un señor de la vieja guardia. Lo que se dice entre líneas es que Ayuso, si gana Madrid, aspiraría a relevar a Casado y tendríamos guerra.

La que no se dice. En la segunda urna de las elecciones primarias, la militancia de Junts per Catalunya ha escogido más candidatos entre los próximos al exilio que a los presos. Las elecciones no iban de eso, pero es así: la gente "más Waterloo" suma más votos que los "más Lledoners". Es una lectura posible que hoy no hace ninguna portada —quizás porque ya no tiene interés después de que quedara claro en las primarias a candidato a la presidencia de la Generalitat.

Dos que se dicen en voz baja. El País entrevista a Antonio Garamendi, presidente de la patronal CEOE, de la que Foment del Treball es socio. Dice que los presupuestos de 2021 sólo valen para 2021 y no para la legislatura, como celebraba el kommentariat más afín a este gobierno. Garamendi avisa al ejecutivo PSOE-Podemos —y a los otros rojos, independentistas y soberanistas que lo apoyan— que sólo han ganado un asalto, que cuando la patronal restañe las heridas y recupere la respiración, volverá a saltar al ring. La última: dice El Mundo que el ministro de la Seguridad Social quiere calcular las pensiones sobre los 35 últimos años trabajados y no sobre los últimos 25, como hasta ahora. Que te quiere rebajar la pensión, vaya. Era más fácil decirlo así, pero... es lunes. Continuará.

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