Los diarios que miran mal la aventura del Partido Popular y Vox parece que se tapen los ojos con la crisis del régimen de Vladímir Putin —todos abren con este tema— para ahorrarse el disgusto de explicar cómo la coalición de la derecha dura y la extrema derecha españolas ocupa cada vez más espacios institucionales, más magistraturas del Estado. Entretanto, los diarios del Trío de la Bencina —El Mundo, ABC, La Razón— no aflojan: continúan fabricando el relato de la inexorabilidad del cambio y destruyendo cualquier esperanza de una alternativa como la que hasta ahora ha sujetado al gobierno de Pedro Sánchez. El Mundo dice que el gobierno central escandaliza a Bruselas porque critica al PP en las reuniones de preparación de la presidencia española de la UE. ABC apremia al PP a que abrace de una vez a Vox sin mohínes ni vergüenzas. La Razón insiste en que incluso el mismo PSOE arrastra los pies porque quiere que Sánchez pierda —es una fabricación propia que mantienen desde hace semanas.

No respetan ni a los, digamos, suyos. Son crueles, si conviene. La artillería mediática de la derecha no ha dudado en bombardear a María Guardiola, la presidenta del PP de Extremadura que se resiste a dejar entrar a Vox en el gobierno regional por cuestión de principios. Le han dicho de todo: que arruina la operación para desalojar a Sánchez y al mosaico de fuerzas que le da apoyo; que si no sabe hacer política que se vaya a casa; han puesto la duda su patriotismo. Es notable cómo han ahorrado este tratamiento a los nuevos cargos de Vox que mantienen sus principios —incluso si casan mal con la democracia y la Constitución—. Guardiola, sin embargo, no puede mantener los suyos, avalados por las urnas, y le han aplicado lo que en inglés se llama character assassination: presentar su personalidad o su reputación para que se tenga de ella una percepción extremadamente negativa o poco atractiva. Han exagerado los hechos o los han manipulado, han difundido rumores y han desinformado para ofrecer una imagen falsa o sesgada y la han sometido a críticas excesivas e injustificadas. La gente de Vox, sin embargo, se salva y también los del PP que han comprado las medidas, el marco ideológico y la terminología de la extrema derecha.

El resto de los diarios, este martes, ha preferido abrir portada con el culebrón del Grupo Wagner en Rusia y las grietas en el régimen de Putin que el motín de los mercenarios ha abierto. Ya puede movilizarse todo el aparato económico del gobierno Sánchez para defender los buenos datos y perspectivas de la economía española, como la mejor tasa de crecimiento de la UE o un empleo récord —son datos objetivos—. Ni caso. Este lunes, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se ha ganado las portadas con la promesa de una rebaja indeterminada del impuesto de la renta a los que ganan hasta 40.000 euros al año —casi el 80% de los contribuyentes— sin que nadie le recuerde que el ciclo económico va en sentido contrario ni le pregunte, en consecuencia, qué gastos recortará. Es eso: mirar a Rusia para no aceptar que la realidad política española vuelve a confirmar los perfiles de siempre: una cultura precaria de los derechos y deberes civiles y políticos y de respeto a la libertad, a las minorías y a los pactos; una democracia de baja calidad que no admite alternativas de convivencia y la pulsión de uniformar a todos y a todo en formato castellanocéntrico. Lo han descrito desde John Elliott a Josep Maria Colomer o, en esta santa casa, Agustí Colomines. Ah, pero ¿has visto Rusia? ¡Qué desastre, Rusia, qué mal todo!

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