Todas las portadas abren este jueves con el pacto sobre la ley de la amnistía acordado entre el PSOE, Junts y ERC. Las primeras páginas del Trío de la Bencina lo interpretan como una cesión más de Pedro Sánchez, a quien presentan derrotado por Carles Puigdemont. Una prueba más de que al búnker mediático español le saca de quicio la perspectiva de que el president deje de ser un exiliado y vuelva a hacer vida normal —la que él elija, como todo el mundo—, y el miedo a que vuelva a presentarse a las elecciones. El Mundo consigue reunir en la misma frase "Sánchez", "Puigdemont" "amnistía", "crisis" y "corrupción". Es un nuevo récord. Este título es cómico porque la relación entre esos conceptos es tan forzada que daría para hacer un juego —podría llamarse "Titula como El Mundo"— que exigiría mantener el primer sintagma de la frase y, por cada sintagma añadido, el jugador gana un punto. Por ejemplo: "Sánchez da a Puigdemont amnistía total... (este sería el sintagma fijo) ...en plena disputa de la Champions"; "...en plena sequía"; "...en plena celebración de la feria Arco"; "...en plena celebración de las primarias en EE.UU."; "...en plena ofensiva israelí en Gaza"; "...en plena fiesta mayor de Villalpando". Etcétera. Al revés sería más complicado porque la frase resultaría confusa: "El Madrid avanza en la Champions en plena crisis de corrupción"; "El Rey inaugura Arco en plena crisis de corrupción"; "Trump gana el nombramiento republicano en plena crisis de corrupción". Queda claro que esta segunda variante del juego no funcionaría salvo, quizás, en el último título.

El resto de diarios informa del hecho (el pacto) en lugar de decirte qué debes pensar. Pero con una gradación. El País trata de hacer ver que no hay para tanto, que el terrorismo, la traición, la malversación y etcétera, no han desaparecido, sino que se referencian a "las normas europeas", como si esto no dejara mal parada a la justicia española —sus leyes y sus jueces. La portada de El Periódico pone cara de póquer y se limita a consignar el acuerdo usando un verbo con cierto color ("desbloquear"). El Ara también parece frío y oficinesco, pero deja claro que no es una noticia cualquiera por el cuerpo del título —que las letras son mayores que de costumbre, vaya—, porque lo edita sobre un fondo azul, como las señales de las autopistas, y porque hace arrancar el editorial en portada, insertando el primer párrafo debajo de la noticia principal. Un detalle de la portada de este jueves, sin embargo, retrata a Ara y su trayectoria desde octubre de 2017: llamar en el antetítulo "desjudicialización" al fin de la represión del independentismo que supone la amnistía.

El editorial de Ara habla de "un acuerdo histórico" —segundo día seguido que el diario califica un hecho con este epíteto. También que "permitirá mirar hacia adelante", una forma elegante de interpretar la cosa que contrasta con la versión más chapucera de La Vanguardia, para quien el acuerdo por la amnistía "deja atrás el procés". Esta expresión es como la cara de alivio y el suspiro de descanso que hace alguien al cerrar la puerta a una visita inoportuna y pesada que ya llevaba demasiado tiempo en casa. Lo que en realidad "deja atrás" la amnistía es la persecución policíaca y judicial a que se ha sometido a miles de personas por el hecho de ser independentistas y demostrarlo —y eso incluye al activista madrileño Daniel Gallardo, tan imaginativamente incriminado y condenado. Nada en la información de La Vanguardia explica por qué la amnistía "deja atrás el procés". Tampoco un editorial lo razona porque, como siempre que vienen duras o la cosa se complica, La Vanguardia espera a ver qué dicen los demás. El único que lo afirma es el director del diario en las dos últimas líneas de su billete de página 2, donde añade que "ahora no hay leyes de desconexión ni declaraciones de independencia. Hay diálogo". Vaya. Como si el independentismo no lo hubiera probado todo antes de las leyes de desconexión y la declaración de independencia y al "diálogo" solo estuviera obligada la, digamos, parte catalana. Algunos dirán que es mala leche o que se le notan demasiado las ganas de pasar página. Otros pensarán que a La Vanguardia se le escapa por el título de portada el mal humor con que ha encajado la llamada Década Soberanista, que tantas amarguras le ha hecho pasar al dejar al desnudo las limitaciones del diario para interpretar la sociedad de la cual todavía es considerado referencia.

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