Unas cuantas portadas abren hoy con la fotografía del acto en el que 300 entidades patronales y empresas han pedido que el próximo Govern se concentre en la recuperación económica y también han rechazado los disturbios de estos días. Esa foto es de un enorme contraste con las imágenes de los días de bulla. Se trata de toda otra cosa: un grupo sentado de señores con traje y corbata —y alguna señora— detrás de quien ejercía de portavoz, el presidente del Foment, la patronal mayor. El escenario es la Estació del Nord, que impresiona bastante por su blancura, el arreglo y la disposición tan armónica de los participantes. Recuerda ahora las fotos de los disturbios. Nada que ver.

La diferencia entre esas imágenes es también una metáfora de la gran distancia entre los actores de una y otras fotografías. Unos y otros presentan sus demandas y exigencias —unos en la calle, otros en la estación— y entre ellos se abre un espacio enorme que habrá que recorrer, cada uno en dirección al otro, si pueden superar la sordera y la indignación que ahora les embarga. Pero esas grandes fotos del acto patronal de ayer sugieren, por contraste con las de las asonadas, una lejanía enorme entre sus protagonistas.

Quizá los más optimistas sabrán ver en ellas el punto de partida de una conversación debida y necesaria entre todos. Quizás este Governo al que ya se le exigen superpoderes taumatúrgicos puede facilitarla, promoverla, mediar e, incluso, protagonizarla. El vicepresidente Pere Aragonès, único aspirante posible a presidir este Govern de los milagros, en otro escenario y momento, pero también ayer, pronunció una conferencia en esa dirección. El único diario que lo recoge en portada es El Punto Hoy. Es todo otro contraste que el resto de diarios de Barcelona no se haya visto en este acto un candidato a sus portadas. Porque es la única respuesta que la política dio ayer a unos y otros.

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