Eso no ha hecho más que empezar y ya parece que se haya acabado. Una pila de diarios titulan afirmando que el president Carles Puigdemont y el conseller Toni Comín se han quedado sin escaño en el Parlamento Europeo, como si la decisión de denegarles las medidas cautelares que reclamaban supusiera la definitiva exclusión de ambos electos de la cámara.

El demonio se esconde en los detalles. No es lo mismo titular como hace Ara que dar por hecho que Puigdemont y Comín ya no son eurodiputados cuando el tribunal apenas ha iniciado su trabajo. A La Vanguardia, El Periódico o El País se les llevan las ganas que les tienen a los exiliados más que la realidad de la decisión judicial. El mismo juez, Marc Jaeger, explica que su decisión es provisional, que el tribunal dictará sentencia definitiva sobre el fondo del asunto y que su auto no prejuzga el resultado. Ni niega, ni excluye, ni deja fuera. Sencillamente, lo aplaza.

Más detalles donde se esconde el demonio y que quedan enterrados por titulares tan entusiastas: la decisión de rehusar las cautelares que pedían Puigdemont y Comín la ha tomado un solo juez en tres o cuatro horas agarrándose a los argumentos de una de las partes (el estado español) y sin escuchar a la otra. En cambio, la decisión final depende de las deliberaciones de una sala con varios magistrados que oirán y valorarán las razones de unos y otros. Esto no es un juicio rápido. Quizás esos diarios tienen que repetir la misma portada cuando se conozca la sentencia definitiva —o quizás no: hay precedentes.

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