La mayoría de las portadas se entretiene hoy con los resultados del barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) —el instituto demoscópico público español— que pronostica un crecimiento electoral del PSOE y una caída del resto de partidos. Los diarios de la derecha mediática se han puesto como una moto y a los que prefieren la actual situación ya les va bien y no indagan más. El CIS acertó los resultados de las últimas elecciones generales pese a las críticas al cambio de metodología. Su director, José Fèlix Tezanos, catedrático y veterano socialista, fue el Man of the match de aquella convocatoria electoral, dado que la derecha le había echado encima toneladas de descrédito, acusándolo de manipular los datos para favorecer al PSOE. Hoy, la misma rutina.

El CIS mide la intención directa de voto, es decir, la voluntad de voto de los encuestados sin ninguna corrección, sin cocina. No tiene en cuenta aspectos como el voto oculto o la abstención, ni estima bien el recuerdo de voto, cosas que hacen que algunos partidos queden mal representados. Normal. La gente olvida o engaña, disimula o simula, es imprecisa o quiere quedar bien, etcétera. En este momento, además, los votantes socialistas —o, en Catalunya, los de ERC— están movilizados, activos y felices de la vida. Otros se añaden al carro ganador, etcétera. A los votantes de otros partidos les pasa todo el contrario, claro.

¿Ignoran los diarios todo esto? Claro que no. Pero no hay manera que se detengan a pensar un poco. Sería tan sencillo mostrar una media de encuestas y explicar las diferencias con los resultados del CIS… El único que lo hace es El País y, sorpresa, coincide con el CIS en la tendencia del PSOE y se distancia poco respecto al resto de partidos.

Los diarios (y los políticos) piensan que todo el mundo es como ellos, que presentan cualquier hecho en función de su interés partidista, unos más y otros menos. Para los medios alineados con la derecha, el CIS engaña. Para los alineados con la mayoría actual, el CIS favorece la táctica de Pedro Sánchez, que presiona Podemos para que vote su investidura gratis. Cada santo día es un combate para inclinar la balanza hacia el relato más favorable a sus posiciones y matar al mensajero que explica otra versión. Da un poco de pereza. No es extraño, como también explica El País, que la gente esté hasta la coronilla de los políticos (y de los diarios).

LV

EP

EPC

ME

LR

ABC

AHORA

EPA