Dice El Punt Avui que Esquerra y Junts discrepan pero evitan pelearse y titula Juego de equilibrios para resumir el debate de política general en el Parlament. Es un retrato del estado de cosas en el Govern, que ahora debe aprobar unos presupuestos haciendo más acrobacias que los hermanos Von Richtofen en la Gran Guerra. Ara da la impresión de que se alivia al destacar que los socios no ponen fecha al referéndum en la propuesta de resolución conjunta, contra el deseo de la CUP. El texto de la resolución es mucho ruido y pocas nueces, en el estilo de los pronunciamientos que suelen hacer, tanto individualmente como por separado, ambos partidos.

Entretanto —o mientras tanto—, los cupaires ya han recordado, vía su jefe parlamentario, Carles Riera, que cambiaron el referéndum del 1-O por su apoyo a los presupuestos ("que no nos gustaban") del president Carles Puigdemont. Ara lo apunta tan tímidamente como hace con la oferta de Salvador Illa para sacar adelante las cuentas. Las condiciones de los socialistas: que no se hable de amnistía ni de referéndum, indica El Periódico. Al final, los diarios hacen tantas acrobacias con los títulos como el Govern y su mayoría parlamentaria, y pasan de puntillas sobre la fragilidad de la coalición ("discrepan pero evitan pelearse" es una maniobra retórica genial) y la carretera llena de curvas y baches que espera a la negociación presupuestaria. La Vanguardia incluso dice que se reconcilian. Quizás sí. Al fin y al cabo, los presupuestos —dónde se gastarán el dinero— son el verdadero programa político de un gobierno, más allá de manifiestos y proclamas. El tema calentará las próximas semanas.

El Periódico y La Vanguardia coinciden con La Razón y El Mundo en abrir la portada con la tasa de inflación, la más alta de los últimos 13 años. Los enfoques son diferentes. La Vanguardia publica el dato frío y no asusta. Los otros describen el momento con adjetivos como "desbocada" y los diarios madrileños ya dan por descontado que torpedeará los presupuestos generales del Estado. Hombre... A la vista de los análisis del Banco Central Europeo, exageran. El BCE y la mayoría de economistas atribuyen el aumento a la reapertura de las economías en esta fase post-vacunación, a los precios de la energía motorizados por la escasez de gas natural y otros problemas de oferta (cuellos de botella en la producción, falta de materias primas y componentes industriales básicos). Estos factores representan la mayor parte del aumento de la inflación y, según el banco, se moderarán rápidamente a principios de 2022. El crecimiento de los precios perderá comba hasta el 2% marcado como objetivo macro del BCE para los 19 países del euro. La tasa de inflación anual de la eurozona fue del 3% a agosto y venía del 2,2% de julio y del 1,9% en junio, según Eurostat, la oficina de estadísticas de la UE.

Philip Lane, el economista jefe del BCE, explicó a Reuters la semana pasada que la presión inflacionaria es temporal y lo será mientras se mantenga inactivo el crecimiento de los salarios, un componente principal y necesario de la inflación duradera. El drama en España es que los salarios de los funcionarios y las pensiones se actualizan con el Índice de Precios al Consumo (IPC), que es la medida de la inflación. Pero, de entrada, quizás tenemos que fiarnos más del BCE, que considera que la inflación es temporal y causada por factores puntuales, que de las hipérboles y exageraciones de El Periódico, El Mundo y La Razón.

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