Dice el comisario de Justicia de la Unión Europea, Didier Reynders, que “tiene preguntas” sobre la ley de amnistía que tramita el Congreso de los Diputados español. También dice que esta no es la principal inquietud de las autoridades de la UE, más preocupados por la incapacidad de los dos grandes partidos dinásticos de pactar la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Reynders ha vuelto a advertir a España que es “muy urgente” cambiar la composición del órgano de gobierno de los jueces antes de abordar su reforma. Las portadas de este martes pasan de puntillas o de largo sobre este alboroto. Solo lo tocan La Vanguardia, El Periódico, El País y La Razón —y de aquella manera. El resto silba y mira al techo.

Ha costado, pero a Reynders se le ha entendido todo: el griterío contra la amnistía que promueve el sector conservador de la judicatura no parece más que una cortina de humo para excluir las exigencias de la UE y renovar el Poder Judicial. La derecha mediática hace casi dos semanas que toca este tambor contra la amnistía, y compara el actual gobierno con los de Hungría y Polonia, a los que la Comisión Europea ha bloqueado los fondos poscovid por interferir en el poder judicial. Ahora ya se sabe que solo era mucho ruido y pocas nueces. A ver si resultará que los fondos europeos no están en peligro por la amnistía, como cantan el PP y sus supporters mediáticos, sino por el bloqueo del CGPJ.

El PP, que hace cinco años que bloquea la renovación del CGPJ contra el mandato constitucional, ha escuchado la exigencia del comisario, pero ha tendido una trampa al PSOE: aceptan cambiar la composición del Poder Judicial con la ley vigente siempre que, simultáneamente, se apruebe la reforma del sistema de renovación como ellos quieren, es decir, que los 20 consejeros sean elegidos por los mismos jueces. En el PP saben muy bien que este sistema les permitiría disponer de una mayoría judicial amplia in saecula saeculorum, porque entre los jueces prevalecen los que están políticamente alineados con el PP. Eso tampoco lo leerás en muchos diarios, este martes.

Otro tema interesante lo llevan en portada Ara y ABC: el Gobierno y ERC insisten a Junts que acepte unificar todas las mesas de negociación en una sola entidad. El diario barcelonés se hace eco del deseo del Gobierno que así sea, mientras que el tabloide monárquico madrileño se queja porque ERC “también exige reuniones en Suiza y un mediador internacional propio”. Así dicho, parece que Junts y ERC están celosos y utilizan su influencia para reproducir, también en la mesa de negociación, las disensiones y la competencia que los enfrenta.

Ara explica que ERC quiere la unificación y que Junts se hace el sueco. Tal como aparecen en las portadas, las dos grandes fuerzas indepes hacen bueno el pronóstico de Agustí Colomines en su columna de este lunes: “Nada aburre más a los electores que las dificultades internas de los partidos. No las entienden y no las comparten. Al contrario, les alejan del partido en cuestión, que acaba pagando las consecuencias electoralmente. [...] La división siempre castiga”. Peor todavía, las portadas pueden transmitir que las mesas y las negociaciones solo son, como el Procés, un artefacto de los partidos para mostrar a los catalanes quién la tiene más larga. La mesa, se entiende.

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