Segunda prórroga del toque de queda decretado el pasado 16 de julio por parte del Govern de la Generalitat, que ha vuelto a solicitar al Tribunal Superior de Justicia de Catalunya alargar la medida una semana, por lo tanto hasta el próximo viernes 6 de agosto. "Todavía no podemos hablar de buenas noticias relacionadas con la covid-19", ha lamentado la portavoz, Patrícia Plaja, que es quien ha anunciado la decisión que el ejecutivo de Pere Aragonès ha adoptado esta mañana.

El confinamiento nocturno afectará, si el TSJC lo avala como ha hecho con las dos peticiones anteriores, a 162 municipios. Son tres menos de los que hay ahora. Concretamente, se trata de 136 territorios donde los datos son preocupantes, con más de 400 casos por cada 100.000 habitantes acumulados en los últimos siete días y 26 que están rodeados de zonas críticas. Encabezan la lista las ciudades catalanas más pobladas, como son Barcelona, l'Hospitalet de Llobregat o Badalona.

Este viernes 30 de julio finaliza la primera prórroga. A partir de aquel día, habrá una veintena de municipios que podrán levantar el toque de queda, porque han bajado por debajo de la ratio de 400. Destacan Sitges, Roses, Puigcerdà, Torredembarra o Tàrrega. Al otro lado de la balanza, hay 17 que hasta ahora se habían librado y que a partir del viernes entrarán en toque de queda -previa autorización de la justicia-. Entre los perjudicados están Amposta, l'Ametlla del Vallès, Figueres o Solsona.

Evitar la interacción social

Ya en el momento que se anunció la determinación de volver a una restricción tan severa, el propio presidente de la Generalitat advirtió que el confinamiento nocturno se tendría que ir estirando hasta mediados de agosto. El toque de queda empieza a la 1 de la madrugada y se acaba a las 6 de la mañana. En paralelo, todas las actividades de ocio, deportivas o culturales tienen que acabar en las 00:30.

Con la limitación de la movilidad nocturna, dice el decreto publicado, "se pretende reducir las interacciones sociales que se producen en horario nocturno dado que estas son las más frecuentadas por las franjas de edad con mayor incidencia de la enfermedad". El Govern parte de la base que "las restricciones sobre los establecimientos del ocio nocturno puede comportar que los espacios de interacción social se desplacen a espacios públicos donde se agrupan personas sin distancia interpersonal y sin mascarilla porque se consume, que es la actividad conocida como botellón. Estos espacios, aunque estén al aire libre, también se convierten en foco muchos diseminadores, especialmente cuando la incidencia de contagios es muy alta, como a Catalunya, y las posibilidades que interactúen personas contagiadas asintomáticas es elevada".

 

Imagen principal, Ronda General Mitre vacía por el toque de queda en Barcelona. / Foto: Carlos Baglietto