Desde fuera puede costar de entender qué ocurre. Desde el entorno de Pedro Sánchez explican el momento actual, el bloqueo de las negociaciones para la investidura, recurriendo a una partida de ajedrez: "Cualquiera que sepa un poco de ajedrez sabe que con cualquier movimiento, por pequeño que sea, se puede desestabilizar el tablero de juego y desactivar la estrategia del otro". En Moncloa recuerdan que "Iván es aqui el jugador de ajedrez". Se refieren a Iván Redondo, jefe de gabinete y principal estratega del dirigente socialista. El último movimiento ha sido ofrecer ministros "técnicos" a Unidas Podemos, una oferta que han vuelto a rechazar. Los movimientos del candidato a la investidura, sin embargo, también han dejado al descubierto qué es lo que lo paraliza todo: Catalunya.

En una primera aproximación, el problema es la cabeza de Pablo Iglesias, como se ha visto en esta semana de negociaciones presenciales y telefónicas, que no han aportado ningún avance, sino más bien todo lo contrario. El secretario general de Unidas Podemos sigue reclamando una presencia, sin "vetos", de miembros de su formación. Es su salvavidas después de dos debacles electorales en un mes. Pero los socialistas limitan la presencia a perfiles "técnicos", el mínimo políticos posibles, y lo hacen con la boca pequeña. La realidad es que la desconfianza entre los dos dirigentes es muy considerable. Se ha demostrado públicamente en una nueva semana de reproches y filtraciones para debilitar la posición del adversario. No hay sintonía personal. La consulta de Podemos, que los socialistas consideran inducida, no ayuda para nada.

Pero el principal obstáculo no acaba de ser tampoco el nombre de Pablo Iglesias, sino la propia presencia de Unidas Podemos. La limitación de perfiles técnicos tiene una explicación: a pocos meses de la conformación del nuevo gobierno llegará la sentencia del Tribunal Supremo sobre el caso 1-O. Por eso otros nombres, como el del exlíder de los comunes, Xavier Domènech, que aparecía en varias quinielas de la capital del Estado como posible ministro independiente del órbita podemita, también son tachados por la Moncloa. El candidato a la investidura quiere asegurarse un gobierno cohesionado internamente, sin voces discordantes sobre Catalunya. "Es una cuestión de Estado", insisten desde Moncloa. Y ven sobre todo en Iglesias, pero también en otros miembros de su entorno, alguien capaz de hacer implosionar el nuevo gabinete aprovechando estas circunstancias. O capaz de desmarcarse con discurso propio.

Del Pedro Sánchez de la moción de censura y de la campaña electoral, que lo apostaba todo a la carta del diálogo con el independentismo, parece quedar muy poca cosa. En los últimos días no ha parado de insistir en un gobierno "que no dependa de los independentistas" y se ha escudado en las diferencias con Unidas Podemos sobre Catalunya para rechazar un gobierno de coalición. Por el camino, Pablo Iglesias se ha comprometido a renunciar al derecho a la autodeterminación para resolver el conflicto político si entra en el ejecutivo. Está dispuesto a sacrificar el referéndum a cambio de la silla en el Consejo de Ministros. Pero para los socialistas no ha sido suficiente y van todavía más allá. "Si los independentistas lo vuelven a hacer, ¿Unidas Podemos va a apoyar al gobierno en la aplicación, que no deseo, del 155? ¿Estaría en un gobierno que apoyara el 155?", le preguntaba el mismo Sánchez este jueves en una entrevista en TVE. Hoy el líder socialista está más cerca del 155 que del diálogo.

Por si faltaban elementos, también hay otro factor relevante: el calendario. Sin duda, no será lo mismo el debate de investidura en julio que en septiembre, después de una nueva Diada reivindicativa en Barcelona y con la sentencia del 1-O a punto de salir del horno en Madrid. Es por eso que Sánchez trata de jugarlo todo a la carta de julio. Sabe que necesitará de las abstenciones como mínimo de Esquerra Republicana, que pasadas las vacaciones de verano, con un ambiente más caldeado, tendrán un precio mucho más elevado que ahora.

Hoy por hoy, hay un candidato a la investidura y debate de investidura convocado en poco más de una semana, pero faltan los votos para hacer tirar adelante la investidura. España está paralizada por Catalunya, una vez más. No ha hecho falta que el independentismo venga a Madrid a "bloquearlo todo", como defendían algunos sectores del soberanismo. Ya se ha bloqueado ella sola. De los movimientos en la partida de ajedrez entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias de los próximos días puede depender todo. Irá en función de sí alguien de los dos está dispuesto a ceder terreno y sacrificar a algunos de sus peones.