El Mundo publica este domingo otro reportaje donde presenta a Jordi Sànchez como un preso rebelde y desobediente, envanecido tras saber que Carles Puigdemont le propone como candidato a la presidencia de la Generalitat.

Sànchez recibe demasiadas cartas y "agota" a los funcionarios que tienen que abrirlas y revisarlas. Pobrecillos. También se queja de mala manera, según los funcionarios, de encontrar una pluma de gallina en el huevo frito de la comida. Le han cambiado de compañero de celda cuatro veces en cinco meses (conclusión insinuada: es un mal compañero). Se lamenta del frío que hace, sugiriendo que es poco viril (el mismo reportaje explica que la temperatura en el interior de la cárcel de Soto del Real es de doce grados). También le tilda de chivato y de ignorar a los veteranos de la prisión. Etcétera.

De estas "revelaciones", que atribuye a funcionarios de la prisión de Soto del Real, el periodista que firma la cosa deduce este titular: "El preso que se ha vuelto soberbio al verse 'molt honorable'".

Se conoce que el autor tenía ganas de escarnecer al expresidente de la Assemblea Nacional porque, excepto uno, los hechos de los que deduce que Sànchez se ha ensoberbecido son anteriores a su designación como candidato. Pero, bah, que la realidad no te arruine un buen titular.

El tono burlón y denigratorio del reportaje sigue la línea del titular. Solo da voz a una parte (los funcionarios), transforma hechos ordinarios en ocasiones de despreciar a Sànchez, pasa por encima de las burlas de otros presos y las condiciones de la cárcel, y juzga sus intenciones. La pieza ha suscitado algunas reacciones:

No es primera vez que el tabloide nacionalista madrileño intenta humillar a Sànchez. El pasado sábado lo llamó en portada "títere de Puigdemont". La cosa viene de lejos. En noviembre de 2017 ya trompeteó, en el mismo tono de reírse del preso, que le habían cambiado de compañero porque el primero se quejó de "la matraca independentista que le daba".

El autor de aquella historia es el mismo de la de este domingo. Está igualmente plagada de errores y faltas de juicio. En un momento vincula la Crida a la Solidaritat con actos violentos, describe Moment Zero como un think tank (en realidad es un sector de militantes de CDC), se escandaliza de una queja de Sànchez sobre la comida, habla de cartas "interceptadas" (como si fueran armas o droga)... En cambio pasa de puntillas, como un incidente cualquiera, por el robo de los móviles de los abogados de Sànchez... de las taquillas de la misma cárcel. Olvida las represalias con que le han castigado por participar en la campaña de Junts per Catalunya. Hace otro tanto con los insultos que dedica a Sànchez uno de los grupos de presos de Soto del Real, a los que identifica por su etnia. Todo muy normal.

Todo muy sobado. En junio del 2017 el mismo autor inventó de arriba a abajo un reportaje en el que desacreditaba a la familia de Pep Guardiola y denigraba su trayectoria profesional. Esa semana, Pep había leído el manifiesto de las entidades soberanistas por el referéndum del 1 de octubre, lo que hizo resonar el acontecimiento por todo el mundo.

Jordi Sànchez ha sufrido la misma suerte: le han atacado cuando ha aceptado ser el candidato de Junts per Catalunya a la presidencia de la Generalitat.

Todo se entiende (o no) acudiendo a la cuenta de Twitter del autor, que desde hace dos meses tiene fijado un tuit en el que desea al acusado del asesinato de Diana Quer "el infierno... o la salvaje ley de la cárcel". No se puede saber si también se lo desea a otros. O sí.