El último presidente de la URSS y padre de la perestroika, Mijaíl Gorbachov, ha muerto hoy en Moscú a la edad de 91 años. "Esta tarde después de una larga y grave enfermedad ha muerto Mijaíl Gorbachov", dijeron fuentes del Hospital Clínico Central a la agencia RÍA Nóvosti. Gorbachov renunció en diciembre de 1991, después de que once de las antiguas repúblicas soviéticas crearan la Comunidad de Estados Independientes (CEI), desmantelando 'de facto' la URSS. El exdirigente soviético, ocasionalmente activo en su vida pública, recibió el Premio Nobel de la Paz en 1990 por los cambios en las relaciones entre la URSS y el bloque occidental, encabezado por los Estados Unidos, en las últimas etapas de la Guerra Fría. En diciembre de 2021, en el 30 aniversario de la disolución del imperio soviético, Gorbachov señaló que si se hubiera reformado a tiempo, la Unión Soviética podría haber sobrevivido como una unión de estados soberanos, pero ya era demasiada tarde.

El actual presidente ruso, Vladímir Putin, lo ha reconocido como uno de los estadistas más importantes de la historia en el ámbito mundial, aunque en los últimos años mantenía un discreto segundo plano político. No consta ningún pronunciamiento oficial sobre el actual conflicto bélico en Ucrania del último presidente soviético. Gorbachov insistió en marzo de 2021, al cumplir 90 años, en su defensa de la Perestroika, la política reformista que abrió las puertas de lo que hoy es Rusia, y el desmantelamiento de la URSS, sigue siendo su gran legado político. Considera esta iniciativa su mayor consecución política. "Estoy completamente convencido de que era necesaria y que nos movimos en la dirección correcta", dijo semillas en una entrevista a la agencia TASS, al recordar una etapa en la cual "el pueblo ganó libertad" y se puso fin a "un sistema totalitario".

El proyecto de Gorbachov

La perestroika fue una reforma para liberalizar la economía llevada a cabo en los últimos años de la Unión Soviética. Gorbachov puso en marcha un ambicioso plan de políticas aperturistas para potenciar el desarrollo económico del país y su democratización al estilo occidental. Además de la reconstrucción, enmarcada en las políticas de aceleración, el presidente soviético implantó el aperturismo, dedicada a reformas políticas.

Con la perestroika, Gorbachov ganó simpatías dentro y fuera del país. Sin embargo, el líder soviético había puesto en marcha estas medidas en medio de duras presiones; de intelectuales, políticos y sectores más occidentalistas que exigían una transformación más radical hacia el sistema capitalista y elecciones libres, y los comunistas que veían que estas reformas serían el fin del poder absoluto. Además, tampoco fueron bien acogidas por el KGB y amplios grupos sociales defensores del sistema socialista. Para formar a una opinión pública favorable a la perestroika, el Kremlin lanzó una campaña mediática. El objetivo era dar voz a personas hostiles hacia el Partido, y así la prensa y la televisión empezaron a incluir posturas contrarias al proyecto socialista.