La participación en las primarias del PSOE superaba a las 14 horas el 51% del censo de militantes, según ha anunciado la gestora socialista. La misma gestora ha considerado "muy importante" la participación. La afluencia supera casi en 20 puntos la que se registró en las primarias de 2014. La gestora ha dado una estimación sobre 754 mesas electorales, por lo que no es la cifra definitiva. 

En las sedes del PSC, la participación ha sido de un 47,87%, un poco inferior a la general, con un total de 6.898 votos. 

Todo indica que la batalla por la secretaría general que los 187.949 afiliados del PSOE están llamados a dirimir este domingo en Ferraz traerá consigo profundas implicaciones para la gobernabilidad de España, el futuro del centroizquierda y el propio partido, después de que el exsecretario general, Pedro Sánchez, haya aguantado durante ocho meses el pulso con el "PSOE de la abstención". Contra pronóstico, la fuerza de Sánchez durante la recogida de avales ha dejado en jaque a la presidenta andaluza, Susana Díaz, haciendo saltar las alarmas entre una vieja guardia que se creía ganadora sin dificultad. El duelo se prevé ahora ajustado y de la aceptación del resultado dependerá la remontada electoral y la unidad.

"Mis padres me enseñaron a que lo único que tengo y debo preservar es mi palabra y mis convicciones" era la forma como Sánchez se marchaba entre lágrimas del comité federal el 1 de octubre, ya derribado por el frente crítico liderado por Díaz. Sus fieles avisaban de que llevaría el "no es no" a Mariano Rajoy hasta el final, así costara terceras elecciones. Forzado a dejar el escaño para no abstenerse en la investidura de Rajoy, Sánchez perdió fieles como el ahora rival Patxi López, y otros, como la jueza Margarita Robles, fueron los únicos en lograr un cargo de poder en el Congreso.

Ese espíritu de lucha ha sido su principal fortaleza, pese a perder la visibilidad en la cámara. Primero, Sánchez ha capitalizado el malestar de la militancia que culpa a la vieja guardia por el cisma del partido, haciendo suyo el relato del mártir que "recuperará" al PSOE para las bases. Segundo, se ha erigido al principal denunciante de los pactos entre socialistas y el Partido Popular, a cada nuevo caso de corrupción. Ejemplos son su crodwfunding, que arrasó a pocos días de la apertura, y el hecho que en sus mítines se canta La Internacional, síntoma de rechazo hacia la deriva del partido.

En contraposición, Díaz se ha envuelto con el aparato para convencer a una militancia mayoritariamente por encima de los 40 años. "Vengo de una familia muy humilde, obrera, muy obrera, y me ha dado todo en la vida. Soy de la casta de fontaneros y para mí es un orgullo" es como acostumbra a definir esta a sus padres, algo que también sirve para identificar el apoyo recibido por los expresidentes Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero, y el exdirigente Alfredo Pérez Rubalcaba. La "fontanería" pasaría incluso por pagar autocares que hicieran pleno en el acto de presentación de la candidata.

La cuestión es que el modelo de partido está en juego. Díaz podría cerrar la puerta a procesos de primarias, pues plantea la idea de consultarlo a las bases. Este ha sido un elemento de disputa con su rival, quien la acusó en Sevilla de querer "esconder" a la militancia. La finalidad era ganarse el voto en la federación de Andalucía, primera en militantes y que puede decantar la balanza. La anfitriona, al mismo tiempo, fía su victoria a una mayor movilización de los fieles que durante el proceso de recogida de avales podrían haberse quedado en casa asumiendo que arrasaría.

Pero el elemento que puede marcar el punto de inflexión es la política de pactos. Este sábado Podemos presentó la moción de censura a Rajoy –que podría celebrarse el 13 o 14 de junio. Sánchez quiere acercarse a la formación morada, sin embargo, descarta dar apoyo a Pablo Iglesias y apostaría por presentar él una, o esperar a nuevas elecciones para destronar al líder del PP. El acuerdo de Díaz con Iglesias se prevé más difícil, de manera que la descoordinación de la izquierda será la esperanza de la Moncloa –quién tampoco ve en Díaz a una aliada, pues tendrá que forjarse perfil propio ante los electores, siendo ahora la favorita de los del PP–.

Si bien, Sánchez y Díaz siguen discrepando ocho meses después sobre la incapacidad de un PSOE con 85 diputados de ganar las elecciones. La andaluza cree que todo es fruto de que el partido "está malito", al par que el madrileño detecta la crisis de la socialdemocracia y un problema territorial, donde los socialistas no se diferencian del PP. El intento de reconstruir un partido con liderazgo propio, capaz de frenar la sangría de voto joven hacia Podemos, arrancará después de que Ferraz ponga las urnas para saldar el duelo final entre los dos archirivales, enmedio de acusaciones de pucherazo –los sanchistas, a los susanistas–, y de seguir sublevados, si pierden –los segundos, a los primeros–. Díaz y Sánchez: resignarse o resucitar.