Máxima incertidumbre sobre los resultados al cierre de los colegios electorales en unas elecciones catalanas de participación récord. A la espera que el inicio del escrutinio oficial empiece a perfilar qué Parlament han escogido los catalanes en las elecciones más anómalas celebradas desde 1980, lo que es seguro, a esta hora, es que la decisión habrá sido tomada con un nivel de participación electoral estratosférico.

Las elecciones, que no se celebraban en jornada laboral desde 1992, han propiciado una movilización del electorado que superará la de los comicios del 27 de septiembre del 2015, cuando alcanzó el 74,95% del censo. Este año, a las 18 horas había votado un 67,96% del censo, casi cinco puntos más de los registrados el 27-S, cuando habían acudido a las urnas un 63,12% de los electores. A la vez, el porcentaje de voto realizado a la hora citada era ya superior al porcentaje de participació final de todas las elecciones al Parlament celebradas entre 1980 y el 2012.

¿Cómo influirá el hecho de que la subida de participación haya sido especialmente intensa en municipios del entorno de Barcelona donde en el 2015 ganaron las formaciones unionistes?  L'absència de las tradicionales encuestas a pie de urna que solían difundir las grandes cadenas de televisión públicas y privadas a partir de las 8 de la noche ha hecho todavía más imprevisible el escrutinio de unas elecciones que marcarán de manera decisiva el futuro inmediato de Catalunya.  El único sondeo difundido, el de GAD3 para La Vanguardia y los medios del Grupo Godó, mantiene la mayoría independentista pero coloca a Cs como primera fuerza en votos y escaños. 

Alta tensión en los partidos

La incógnita sobre los resultados es total y la expectación, casi dramática. El clima es de alta tensión en los estados mayores de los partidos independentistas, que aspiran a revalidar la mayoría absoluta, pero también en la cabina de mandos de los españolistas, que batallan por poner el punto y final definitivo al procés. El recuento se seguirá igualmente al milímetro en las sedes de los partidos estatales y en las cancillerías europeas.

El carácter absolutamente atípico de unas elecciones convocadas por el presidente del Gobierno español en aplicación del inédito artículo 155 de la Constitución y en respuesta a una declaración de independencia, con la Generalitat intervenida, incluida la administración electoral, y con candidatos en prisión y en el exilio, han marcado el terreno de juego de la campaña, durísima, y una votación que se ha llevado a cabo en unas condiciones de polarización extrema.