Madrid ha empezado la semana, la quinta de juicio, con un día soleado y deslumbrante. Primaveral. No obstante, la luz no consigue penetrar en la sala de plenos del Tribunal Supremo, que mantiene el balcón y las ventanas cerradas, indiferente a los efectos del cambio climático. La claridad del día a penas se deja adivinar muy suavemente a través de las vidrieras ornamentales del techo.

Los encausados pugnan por evitar quedar atrapados en este espacio ovalado de paredes de mármol y seda roja adamascada. Buena parte de ellos han ido mutando ante de los ojos del presidente de la sala, Manuel Marchena. Sentados en el banquillo de los acusados, en el centro de la sala, o tras sus abogados mirando fijamente a los testigos, han ido construyendo un nuevo giro argumental. Como un personaje de Marvel o un Gremlin tocado por el agua, han cambiado sus propiedades.

Marchena empezó con el banquillo de los acusados lleno de exmiembros del Govern y diputados temporalmente suspendidos –cada uno a su manera– y, este lunes ha constatado que una parte de ellos se están transformando en candidatos a tres elecciones diferentes. De momento, ya tiene cuatro cabezas de lista a las elecciones generales; un candidato a la alcaldía de Barcelona, con todo el eco que la ciutdad tiene en el mundo, y un candidato al Parlamento Europeo y oficialmente aspirante a suceder a Jean Claude Juncker al frente de la Comisión Europea, tras el impulso de la Alianza Libre Europea.

Por si no era suficiente con eso, sin moverse de su silla el presidente de la sala podrá comprobar cómo se va orquestando un nuevo pulso con Europa como telón de fondo entre los dos líderes del independentismo, el uno sentado en el banquillo de los acusados, el otro, "en rebeldía" y preparando batalla en Waterloo.

El movimiento, sin embargo, abre muchos interrogantes. ¿Permitirá el juez que los candidatos tomen posesión en caso de conseguir sus escaños? Los candidatos al Congreso el 28-A, es decir, Oriol Junqueras por ERC, y Jordi Sànchez, Josep Rull y Jordi Turull, por JxCat, tienen el precedente del 21-D, cuando los presos pudieron tomar posesión del acta de diputados en el Parlament. En este caso, además, algunas fuentes apuntan que se tendrían que ver beneficiados por la inmunidad parlamentaria que obligaría a poner fin a la prisión preventiva.

¿Y en el Parlamento Europeo? Desde el entorno de Puigdemont se asegura de que el president en el exilio podrá tomar posesión si consigue el escaño. Desde Madrid se replica que los eurodiputados están obligados a acatar la Constitución ante la Junta Electoral Central, lo cual le obligaría a volver al Estado español, provocando su detención. Hay incluso quien prevé que el Estado hará lo imposible por hacer descarrilar la candidatura del presidente en el exilio.

Este lunes, quinta semana de juicio, había en la sala de plenos del Supremo una quincena de personas de público y algunos familiares. La mitad de la sala aparecía vacía. En la primera fila, en representación del Govern el delegado de la Generalitat, Ferran Mascarell, por la mañana, y la secretaria de general de Infancia, Georgina Oliva, por la tarde. En representación del Parlament, el diputado de JxCat Josep Maria Forné. En la sala no están permitidos los móviles y la prensa sigue mayoritariamente las sesiones a través de pantallas desde la biblioteca, aunque por la tarde han seguido el juicio entre el público los periodistas Jordi Évole y Gemma Nierga, al igual que en otras jornadas lo han hecho Mònica Terribas, Jordi Basté o Susanna Griso.

Sentados dentro de la sala de la primera planta del Supremo, con las ventanas cerradas, los presos políticos son conscientes de que tienen que utilizar todos los altavoces a su alcance y cuantos focos puedan conseguir. Desde la presidencia del tribunal, Marchena observa cómo los acusados mutan. Sabe que no es el único que lo hace.