Decía el tío de Peter Parker que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. La célebre frase del cómic de Spiderman encaja a la perfección con el momento político que vive la CUP. El éxito recogido el 14-F les vuelve a situar como el actor clave para decantar la balanza del bloque independentista en el Parlamento. Nueve años después de su irrupción en la cámara catalana, de la mano de David Fernàndez, los anticapitalistas afrontan seriamente y por primera vez la discusión sobre la conveniencia o no de asumir responsabilidades institucionales, en el Govern y el Parlamento. El lugar que acaben ocupando se decidirá en función de la apuesta política del nuevo ejecutivo.

Desde primera hora de este sábado los cuadros del partido se congregan -virtualmente- en el consejo político, el órgano máximo de toma de decisiones entre asambleas. A debate, el rol que tendrán que ejercer los anticapitalistas a partir de ahora y hasta qué punto implicarse en la gobernabilidad del país. De la cita no saldrá ninguna decisión definitiva, pero servirá para fijar el rumbo y el tono de las negociaciones. Las votaciones no llegarán hasta las próximas semanas.

Desde la noche de las elecciones, una delegación de la CUP ha mantenido múltiples reuniones con los principales partidos soberanistas. Con el que más se han visto es con ERC, que es el partido llamado a presidir a la Generalitat. Durante el consejo político de este sábado se expondrán los avances que ha habido en los diversos encuentros, para poder valorar si se cumplen las condiciones de mínimos que plantean. "Cuando aterrizamos el qué, veremos qué alianzas puede haber", insisten.

Justamente en la víspera del consejo cupaire, las negociaciones han empezado a tomar forma. Una reunión entre ERC y la CUP este viernes ha servido para encauzar las conversaciones. El partido de Oriol Junqueras se ha avenido a abordar y resolver las principales exigencias que los de Dolors Sabater habían situado como imprescindibles para empezar a negociar a fondo y que tienen que ver con el orden público y el acceso a la vivienda. Las dos formaciones crearán un equipo jurídico que explore la reformulación del modelo de seguridad con propuestas concretas como la eliminación de las balas de foam, que los antidisturbios no hagan desahucios o que la Generalitat se retire de las acusaciones particulares contra activistas.

Con este compromiso bajo el brazo, el cónclave de la CUP tendrá que decidir si basta como para acceder a colaborar en la gobernabilidad y acordar qué otros puntos hay que poner encima de la mesa para trazar una estrategia compartida y asumible con el resto de partidos implicados en la negociación a tres bandas, ERC, Junts y comunes. Aparte de la seguridad, la agenda de los anticapitalistas pasa por un giro a la izquierda para afrontar el rescate social necesario y una hoja de ruta unitaria para que el independentismo vuelva a coger la iniciativa con el referéndum y la amnistía en el centro.

Un lugar seguro en la Mesa

La CUP defiende que en esta legislatura les corresponde un lugar en la Mesa. Son la quinta fuerza política. El reparto que tradicionalmente se ha hecho otorga dos sillas a cada uno de los tres primeros grupos parlamentarios y la última plaza acostumbra a ser para el cuarto. En este caso, como se trata de Vox, partiendo de la base que se establecerá un cordón sanitario contra la extrema derecha, dan por hecho que el puessto será para ellos.

A partir de este punto es donde se abre el interrogante. ¿Este cargo en la Mesa tiene que ser el de la presidencia? "Puede ser una opción que presidamos el Parlament y nos ofrezcemos", decía Eulàlia Reguant en una entrevista para el programa Planta Baixa de TV3. Consciente de que sólo cuentan con 9 de los 135 escaños de la cámara, la diputada cupaire replicaba que "el debate no es numérico", sino de saber quien puede ejercer mejor la tarea de plantar cara al fascismo y permitir avanzar hacia la independencia lindando con los embates del Tribunal Constitucional. Es en este aspecto que presentan el aval de su compromiso con el ejercicio de la desobediencia.

El documento que se debatirá en el consejo político de este sábado pregunta por la conveniencia de asumir la presidencia del Parlament. De entrada, Esquerra Republicana ha accedido a hablar, aunque según el reparto que han hecho JxCat y ERC los últimos años, el cargo de presidente de la cámara recaía en la segunda bastante independentista, en este caso, Junts.

Entrar en el Govern o vigilar desde la oposición

Más allá del Parlament, el otro debate gira en torno a si aceptar o no la invitación de Pere Aragonès para entrar en el Govern de la Generalitat, un paso que implicaría convivir en la contradicción permanente como organización anticapitalista que son, teniendo en cuenta, por ejemplo, que su programa plantea un objetivo inasumible para ERC como es suspender el pago de la deuda pública.

Sobre esta posibilidad, los anticapitalistas señalan que todavía es prematuro y que hasta que no se sepa a ciencia cierta qué se hará los próximos cuatro años es muy difícil tomar la decisión. En todo caso, Guanyem Catalunya, el partido de Dolors Sabater que se presentó en coalición con la CUP, es partidario de no cerrar ninguna puerta. En cambio, una de las organizaciones que integran a la CUP, Endavant, ya ha expresado su rechazo frontal a entrar en el gobierno.

Sea como sea, aunque la CUP acabara optando por quedarse fuera del gobierno, tendría la opción de firmar un acuerdo de gobernabilidad desde fuera, similar a lo que acordaron el año 2012 Artur Mas y Oriol Junqueras.

En la imagen principal, la cabeza de lista Dolors Sabater conversa con la diputada Eulàlia Reguant