El conseller de Territori, Josep Rull, ha afirmado este jueves que el caos de Vueling, con retrasos y cancelaciones que han afectado a un total de 35.000 personas, no viene derivado del modelo aeroportuario centralista español. Rull ha asegurado que se trata de un problema "estrictamente" de la compañía, como consecuencia de "la mala planificación" interna.

Pero la cuestión, planteada por el grupo parlamentario de Junts pel Sí, ha abierto, inevitablemente la discusión sobre lo que Marc Sanglas ha definido como un modelo que "ha priorizado el aeropuerto de Barajas (Madrid)", con acuerdos bilaterales con otros Estados que incluso prohíben el paso de vuelos intercontinentales directos por el aeropuerto del Prat. "No hay libertad de movimiento, sino un claro dirigismo", ha aseverado el diputado.

La constatación, para Rull, es que la tendencia de la infraestructura hacia el low cost "no es buena". Y eso sí, ha señalado, que es "una decisión política" de un Estado que "cree" que sólo puede haber un aeropuerto de referencia. En este sentido, ha recordado la visión de la exministra de Fomento Magdalena Álvarez, que apuntaba que el resto tenían que hacer "de alimentadores".

Con todo, el Prat "es extraordinariamente rentable", con unos beneficios "extraordinarios". Ahora, a pesar de todo, hay que arreglarlo y, "o lo hacemos nosotros o no lo hará nadie". "Ya hemos visto que el Estado y AENA tienen otras prioridades", ha concluido Rull.

Visión Rull

El modelo aeroportuario que la conselleria tiene en la cabeza es lo bastante claro: convertir la T1 en un hub internacional y dejar la función de vuelos continentales y low cost en la T2. "Sería un buen modelo", ha enfatizado el convergente.

"Tenemos pasajeros de vuelos intercontinentales que no tienen vuelos directos", se ha quejado, añadiendo que precisamente el objetivo de la fracasada Spanair iba en esta línea. Por eso ha dado importancia a que compañías de peso y con una buena política de tasas apuesten claramente por el Prat.

En cualquier caso, si una cosa tiene descartada el ejecutivo de Carles Puigdemont, es la construcción de una nueva pista sobre el mar, porque es "una quimera". Por eso, apuestan por aprovechar Girona y Reus, con buenas conexiones de alta velocidad. "Eso es muy potente", ha aseverado.