La capacidad para marcar la agenda política en España, a través del reconocimiento del derecho a decidir para Catalunya, es una de las revoluciones que ha supuesto Podemos. Por primera vez en la historia del Estado, la agenda catalana ha bloqueado las negociaciones para la investidura. Lo afirmaba el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez y lo había advertido semanas antes el cabeza de lista de Convergència para el Congreso, Francesc Homs, indicando que si no fuera por "la agenda catalana" ya habría gobierno.

Podemos también ha introducido un nuevo elemento en el debate político estatal, como es el reconocimiento de la plurinacionalidad. La formación morada aspira a la reforma constitucional para garantizar que España devenga un país de países, donde se reconocen otros sentimientos nacionales, como el catalán, el gallego o el vasco, además del español y la soberanía "indivisible" como consta actualmente en el artículo número dos de la Carta Magna.

Según el líder de En Comú Podem, Xavier Domènech, en una entrevista con El Nacional hace unas semanas, el Ministerio de la Plurinacionalidad que proponen debería transformar las instituciones del Estado, para que también reflejen dicha diversidad. Abogan por la introducción del catalán en la vida institucional, como el Congreso, o por ejemplo, transformar instituciones como el Tribunal Constitucional para que incluyan jueces de diferentes nacionalidades, como opera la Corte Suprema canadiense respecto de Québec.

Pero no todo son instituciones legales. Podemos sabe que tanto las zonas que se reivindican como nación, como las que no, cuentan con la presencia de símbolos, tradiciones, canciones, e iconos. En el marco de la "construcción de país" y "pueblo", la formación morada les da un estatus relevante. El propio Íñigo Errejón lo ilustra a menudo cuando se desmarca de otros dirigentes estatales hablando catalán en Catalunya, Valencia o las Islas Baleares. 

"Les gusta montar el número" bromea un periodista que sigue a la formación morada en campaña. Los mítines de Podemos son así: se cantan canciones populares y se adapta el formato y la puesta en escena a quienes se dirigen, de forma particularizada. Parecen interpelar a aquellos que sienten que hay una España que no acepta las diferencias.

A la sazón, son sensibles ante la prohibición de las banderas, como la estelada, hecho que no les impide contar con un antiguo miembro del JEMAD, órgano de las Fuerzas Armadas españolas, entre sus filas, como es Julio Rodríguez, que consideran un gran activo dentro de la formación.

Es a partir de estas reflexiones que, en la entrevista que el equipo de El Nacional ha realizado a la diputada número cuatro de Unidos Podemos por la lista de Madrid, Irene Montero, se profundizó sobre la idea de plurinacionalidad y el referéndum (Consulta la entrevista entera aquí).

Xavier Domènech, Pablo Iglesias, Ada Colau / EFE

En el intento de sumar candidaturas para las elecciones del 26-J, ustedes buscaron a Izquierda Unida y mantuvieron contactos con el Partido Animalista, que había conseguido 200.000 votos el pasado 20 de diciembre. Dicen ellos que el acuerdo no llegó porque Podemos no quiso condenar la tauromaquia. Hay quien no entiende el hecho, por parte de una fuerza progresista.

No estamos trabajando tanto en el eje izquierda- derecha, a pesar de que la dicotomía exista y sirva para explicar algunas cuestiones, sino en la contraposición que existe entre aquellos que viven dentro de la ley y están aplastados por las políticas de austeridad, frente aquellos que han estado viviendo al margen de la ley y son un grupo de privilegiados. 

Entonces, ¿es porque los símbolos nacionales son muy importantes para Podemos?

Claro está que los símbolos son muy importantes. Sirven para articular la vida en comunidad y para que nos identifiquemos, reconozcamos y tengamos una historia común, un proyecto de sociedad. Pero no sólo son símbolos, son leyes, son instituciones. Aunque en el caso de la tauromaquia, no tiene tanto que ver con que sea o no, un símbolo nacional, sino con el hecho que no es una prioridad por delante de las necesidades de la emergencia social. Más importante que una posición definida sobre el tema, queremos un debate en la sociedad. Por ejemplo, el Toro de la Vega sí nos parece una aberración de entrada y lo condenamos firmemente.

Los símbolos son muy importantes. Sirven para articular la vida en comunidad y para que nos identifiquemos, reconozcamos y tengamos una historia común, un proyecto de sociedad

A estas alturas, ustedes son el único partido a nivel estatal que reconoce el derecho a decidir. Sin embargo, la propuesta de referéndum de Podemos hace constar lo siguiente: “Para Catalunya y para aquellas comunidades donde una mayoría lo exprese con intensidad” ¿Cree que hablar en esos términos lo banaliza, a modo de nuevo "café para todos"?

Como demócrata creo que se tiene que poder hacer un referéndum para que la gente exprese sus sentimientos. En Catalunya hay una situación objetiva donde un elevado porcentaje de la población quiere decidir y a partir de aquí hay obligación de poner a disposición los mecanismos legales para ello. Eso para nosotros es clave. Por tanto, no creo que hayamos hecho un ejercicio de banalización, ya que no hay tantas comunidades nacionales en España que se sientan tan diferentes y estén reivindicando este derecho. No es un referéndum siempre, es un referéndum en Catalunya ahora mismo. "La banalización" es un argumento muy de la derecha.

Se entiende que ahora mismo sólo se celebraría el referéndum con una mayoría absoluta de Podemos. Pongamos que sale que sí. ¿Cómo se sustenta el Estado español si se marcha una de las comunidades que más dinero aporta a las arcas públicas?

Yo creo con casi toda seguridad que Catalunya mayoritariamente se querría quedar, a pesar de que quiera un encaje diferente y aunque aún no se haya podido expresar. Pero si sale lo contrario, habrá que articular los mecanismos institucionales para seguir avanzando. Cuestionar la necesidad del referéndum por el resultado que pueda derivarse de él, es no ser muy demócrata.

El solo hecho de reconocer al otro la posibilidad de decidir puede ser que le haga más atractivo el proyecto de una España plurinacional

Le planteo una hipótesis, a partir de observar durante estos cuatro meses el universo filosófico y psicoanalítico que nutre a Podemos.

(Irene sonríe, es psicóloga).

Imaginemos que ese Estado se gira, pongamos "el padre", en términos de Freud, y ofrece a su "hijo", digamos Catalunya, algo que hasta entonces parecía impensable, tras negarle muchas cuestiones que el segundo creía legítimas y que le han llevado a creer que el otro nunca cambiaría. Es decir, a pensar que era irreformable y mejor marcharse para siempre.

(Irene escucha con mucha atención para no perder el hilo)

Si de pronto el Estado ofreciera el referéndum, tal vez, lo que podría llegar a ocurrir que la probabilidad de votar 'no' se elevara, en tanto que el "hijo" podría pensar que "el padre" todavía es reformable. Le estaría ofreciendo lo más que nunca podría haber imaginado.

Esta teoría podría ser cierta... A ver, el mero hecho de reconocer en el otro la posibilidad de hablar puede ser que le haga más atractivo el proyecto de un país de países, de una España plurinacional, de un país plurinacional, que reconoce a Catalunya y su diversidad. Pero es que ni siquiera tiene que ver con esta teoría. Como demócratas, lo defendemos por una convicción de radicalidad democrática, de que la gente tiene potestad de decidir sobre las cosas que le afectan a su propia vida. Es de rigor que si hay una comunidad de personas que, si quiere, pueda expresarse, eso es política también. Incluso en otras cuestiones, como el modelo de sanidad, educación... el otro se tiene que poder expresar. Un proyecto de país es un proyecto de convivencia y de reconocimiento de lo que el otro piensa.

Consulta el resto de la entrevista aquí: "Si el PSOE queda tercero, debe optar por Podemos"

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