Estancamiento, parálisis, bloqueo... y tensión. Estos son solo algunos de los adjetivos con los que hoy la prensa de Madrid describe la situación política por la que pasa Catalunya. Refiriéndose solo a Catalunya, ya que en ningún momento hacen referencia al panorama político de España, los diarios españoles se escudan en la ley y aplauden que el gobierno de Mariano Rajoy impugnara la candidatura del president en funciones, Carles Puigdemont, porque están convencidos de que ese fue el punto de inflexión que llevó al presidente del Parlament, Roger Torrent, a posponer el pleno de investidura.

Casi aclamando la "división entre el independentismo", los diarios españoles celebran que el nuevo jefe de la cámara catalana optara por seguir dentro de la legalidad y no desobedecer al Tribunal Constitucional (TC), mientras hacía público el desentendimiento que, ayer, se demostró que el soberanismo catalán está "enfrentado" y "fragmentado". Pero ABC añade un punto más a esta cuestión y culpa también a Ciutadans de mantener ese bloqueo por no dar ningún paso para que Inés Arrimadas se presente a la investidura y empiece a correr el tiempo que marcará una nueva convocatoria de elecciones, si es que la hay.

Ahora bien. Mientras La Razón, El Mundo y ABC aplauden la decisión de Torrent porque eso demuestra que "ha seguido la vía de la legalidad", que se desmarcan de Puigdemont y que los pasos que da el ejecutivo español son efectivos, El País critica que el presidente del Parlament pospusiera el pleno al mismo tiempo que cargaba "ferozmente" contra el TC y mientras, y "a renglón seguido, recurría a él para dirimir las diferencias".

Desobediencia

Bajo el título, "Sólo la ley frena la candidatura fantasma de Puigdemont" y convencidos de que "Catalunya se ha puesto al servicio de las guerras del independentismo", La Razón aplaude que el gobierno de Mariano Rajoy presentara un recurso de inconstitucionalidad al Tribunal Constitucional para impugnar la investidura de Puigdemont porque cree, como el propio PP, que ese es el motivo principal por el cual el presidente del Parlament optó por posponer el pleno.

Presumiendo de que "con la ley en la mano, el Estado ha frenado lo que era el último asalto del independentismo", los de Francisco Marhuenda celebran que Torrent "acabara reconociendo la evidencia de que dicha sesión no se podía celebrar si no se desobedecía el auto".

Eso sí. A su juicio, y como subrayan en su portada, los de ERC "desobedecieron" a Puigdemont, pero acaban atribuyendo la decisión de Torrent a que "no estaba dispuesto a correr este riesgo y que, como militante de ERC, era partidario de conservar las cuotas de poder conseguidas".

Ahora bien. A su parecer, el "problema para que Catalunya recupere un mínima normalidad institucional" es el president en funciones porque consideran que fue él quién "provocó la aplicación del 155", pero se lamentan de que el aplazamiento del pleno "permitirá a los independentistas ganar tiempo para presentar alegaciones".

Eso mantiene, según sostienen, a Catalunya en "una situación de absoluto bloqueo" que, además, "deja el futuro en un limbo legal que será difícil sortear".

Áspero alegato

El País, en un tono diferente al de La Razón, no acaba de avalar la decisión de Torrent porque, según su opinión, que el presidente del Parlament "cargara contra el Tribunal Constitucional" y "se negara a proponer a otro candidato" demuestra que "hay gestos que contradicen las palabras" y, su discurso, "lo hizo con un áspero alegato independentista que aparentaba una combatividad impostada".

Aplazar el pleno y cargar al mismo tiempo contra el alto tribunal es una señal más —siempre con las palabras del diario citado— de que "Torrent escapó ayer con su decisión de la acción de la justicia a cambio de perjudicar a sus conciudadanos y sacrificar la autonomía" y, justamente por eso, advierten de que "eso va a seguir siendo así mientras el independentismo se niegue a consensuar una candidatura viable para presidir la Generalitat".

Y no sólo eso. Dejando de lado que el TC no acabó de dar la razón a los de Rajoy, así como las consecuencias que esto tiene también para la política española, sí que ponen especial énfasis en señalar que "el Tribunal Constitucional ha marcado el camino de lo legalmente correcto, es, en efecto, la hora de la política; pero en Catalunya y por parte de sus líderes".

Una situación que debería desbloquearse y y comportar en que los catalanes se saquen de la cabeza a Puigdemont como emblema "igual que el lazo amarillo sustituyó a la estelada" y eso es posible porque, aseguran, "las caretas del expresidente pueden caer, con la misma rapidez, en la papelera de la historia".

El imperio de la ley

La ley por encima de todo y como justificación de cualquier cosa. El Mundo considera ahora que la decisión de Torrent pone de manifiesto que "el independentismo acató la ley" porque, "por primera vez desde que adoptaron la vía unilateral, experimentaron un rapto de realismo que les aconsejó detenerse antes de estrellarse, y no después".

Este diario, como el anterior, pretende dejar claro que la decisión de Torrent no tenía por objetivo cumplir la ley, sino que la tomó "por miedo a la cárcel que desde hace ya casi tres meses padece el jefe de su partido" y, precisamente por eso, aplauden el hecho de que "el Estado, cuando es desafiado, no tiene más remedio que ejercer la pedagogía de la fuerza legítima, acordada por un tribunal".

Eso sí. Admiten que los de Rajoy "forzaron los límites de la interpretación del Derecho al insistir en su recurso preventivo contra el criterio del Consejo de Estado, y que con ello quebró la unidad de acción institucional frente al separatismo, que lo celebró como una victoria".

A diferencia de los otros dos, El Mundo destaca que fuera del Parlament "un puñado de radicales congregados", radicales que están "fanatizados por años de adoctrinamiento", gritaba "o investís al president o tomamos el Parlament". Un "síntoma" más, para ellos, de "una fractura política mayor entre ERC y JuntsxCat".

Lo peor, sin embargo, llega al final de su editorial titulada "Y la ley prevaleció" cuando atribuyen todo este "caos" a "un pícaro egoísta, mentiroso y cobarde que tiene secuestrado el presente político de Catalunya porque sus correligionarios se lo permiten, aterrorizados ante la reacción de sus votantes cuando descubran que nunca hubo arena bajo los adoquines ni independencia posible bajo la Constitución": Carles Puigdemont, a quien definen como "una mezcla de ídolo tribal y excitante catalizador de odio a España".

Caos anárquico

ABC, de su lado, abre su portada habitual con una gran fotografía del rey Felipe VI imponiendo el Toisón de Oro a la infanta Leonor, pero su segunda portada sí que va dedicada a la cuestión catalana. Aplaudiendo, como el resto, que el independentismo se haya "dividido", ponen de relieve que este "bloqueo" es "insostenible y cargan incluso contra Cs por ser "rehenes, incluso cómplices, de una estrategia marcada por un presunto delincuente fugado".

El diario citado considera que Puigdemont "ha contaminado hasta tal punto la política catalana que sus efectos tóxicos parecen irreversibles", unos efectos que han acabado convirtiendo el Parlament "en un caos anárquico" y que, además, "ha provocado una fractura en la sociedad catalana de tal magnitud que ayer extendió su metástasis hasta los propios partidos separatistas, enfrentados entre sí".

¿Su propuesta? Emplazar a todo el independentismo a "abandonar a su suerte a Puigdemont" porque creen que, así, "dejará de condicionar cada minuto de la vida de los catalanes".

Ahora bien. Aunque aplauden la decisión de Torrent de posponer el pleno de investidura, y con un tono menos crítico que El País, se lamentan de que el presidente del Parlament "no ha resuelto nada", sino que " lo ha complicado todo más aún y ha instalado a la Cámara en un limbo legal que nadie sabe cómo va a ser superado".

Es justamente en este punto donde aprovechan para volver a interpelar a Cs porque "tiene en su mano la opción de desbloquear la situación e impedir la parálisis" porque, aunque seguramente Arrimadas no sería investida presidenta, sí que supondría que empezaran a correr los tiempos para una nueva convocatoria de elecciones. "En Catalunya falta valentía política, y sobra ese victimismo enfermizo que lo ha viciado todo", sentencian.